Hace solo unas cuantas semanas. Donald Trump tuvo que enfrentar las acusaciones que lo señalaban de insultar a veteranos de guerra. A pesar de la gravedad que el tema involucra en los Estados Unidos, Trump salió relativamente bien librado y con un impacto negativo mínimo en la intención de los votantes. Ahora el New York Times ha hecho de conocimiento público la información relativa a las declaraciones de impuestos de Trump. Información que se abre en un momento crítico de la campaña presidencial , después de cinco años en que los demócratas y líderes sociales han insistido en que esos datos tendrían que haberse dado a conocer a los ciudadanos desde 2015.
Las revelaciones pueden convertirse en una bomba de relojería para las aspiraciones de Trump a la reelección. La pregunta es si los votantes indecisos van a castigar a Trump o si desde el equipo de campaña del abandero presidencial serán capaces de crear algún distractor. Lo cierto es que Biden llega al primer debate con el control de la agenda y Trump se encuentra en una posición defensiva respondiendo ataques. (Al momento de entregar estas líneas desconozco el resultado del primer debate).
Las revelaciones del New York Times ponen sobre la mesa lo que de hecho se asumía públicamente: Trump prácticamente no paga impuestos. En 11 de los 18 años que cubre la información que ahora conocen los votantes, el pago de impuestos fue igual a cero, así es: cero. Mientras que en 2017, año de la toma de posesión, el pago se limitó a 750 dólares. En pocas palabras, el presidente norteamericano no contribuye a la dotación de bienes públicos.
El problema para Trump es que las revelaciones van más allá. Señalan que el presidente enfrenta desde 2011 auditorías relacionadas con devoluciones fiscales por más de 72 millones de dólares, las cuales para las autoridades son indebidas. Lo cual evidencia tanto malos manejos en los negocios del magnate neoyorquino, como un proceso que puede redundar en acusaciones de fraude fiscal. En este sentido, destaca la participación de los hijos de Trump, particularmente Ivanka, en el modus operandi fiscal de Trump. La primera hija cobra adicionalmente como consultora en la empresa donde está contratada para reducir el pago de impuestos, lo cual es ilegal.
No solo hay referencia a negocios que pierden cientos de millones de dólares, también se descubre que, como resultado de los malos manejos de sus empresas, Trump enfrenta deudas por encima de los 400 millones de dólares que deberán ser liquidadas en los próximos años. Lo que abre cuestionamientos importantes, ¿está utilizando la familia Trump su posición política para resolver los problemas financieros de su “imperio” corporativo?
Lo más delicado desde el punto de vista político, es que Trump es públicamente desenmascarado. Se demuestra que no es un empresario exitoso, que en realidad resulta bastante incompetente para los negocios y que si ha logrado sobrevivir, esto ha sido posible gracias a su habilidad para endeudarse, recibir beneficios fiscales y crear una cortina de humo sobre su real capacidad. Para quien se ha llenado la boca señalando como “perdedores” a sus adversarios, críticos o incluso a los caídos en el frente de batalla, la evidencia de que sus negocios no son exitosos y que su grandeza como empresario es fake news, representa un golpe directo a su línea de flotación. Un charal transfigurado en tiburón de los negocios gracias a la cultura del privilegio y el arte de la mercadotecnia.
Tres preguntas: ¿Van a castigar los votantes la conducta claramente fraudulenta de Trump?, ¿tendrá Biden la capacidad de traducir el escándalo en una ventaja electoral irreversible, en especial en los estados bisagra?, ¿Trump ha logrado seducir lo suficiente a una parte de la población tan significativa como para salirse con la suya? Veremos en cinco semanas.