La telenovela Brexit sigue y sigue

2 de Diciembre de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La telenovela Brexit sigue y sigue

El Primer Ministro británico, Boris Johnson, ha decidido estirar al máximo la liga y arrinconar a sus rivales como parte de su estrategia política para abandonar la Unión Europea, el 31 de octubre. El primer paso consistió en la autorización real para postergar el receso parlamentario hasta el 14 de octubre. Procedimiento que en realidad está dentro de sus atribuciones, pero la clase política y la opinión pública han entendido como un intento burdo por evitar la deliberación parlamentaria en uno de los momentos más críticos para el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial.

El segundo paso ha sido la amenaza de convocar a elecciones generales anticipadas el 14 de octubre, dos semanas antes de la fecha fatal, ante la decisión de parlamentarios conservadores rebeldes de sumarse a la oposición para frenar legalmente y a través del parlamento cualquier posibilidad de que Johnson pueda optar por un Brexit sin acuerdo.

La estrategia dura que ha seguido Johnson estas semanas, parte de cuatro supuestos. En primer lugar, que postergar las sesiones en el Parlamento hasta las dos semanas previas a la fecha fatal equivale a desmantelar por completo la influencia de los parlamentarios contrarios a un Brexit sin acuerdo. Lo que se ha visto es que en realidad esta decisión ha activado
protestas sociales en diversas ciudades y ha impulsado la unión de la oposición y los conservadores rebeldes.

En caso de que Johnson se mantenga firme en su intención de mantener cerrado el Parlamento, sus decisiones cargarán el peso de la falta de legitimidad ante lo que públicamente se considera un golpe suave.

En segundo lugar, que el temor a la perspectiva de elecciones generales y la posibilidad de que Jeremy Corbyn acceda al poder es suficiente para asustar a los conservadores rebeldes. Si bien es cierto que el líder laborista ha sido incapaz de garantizar una imagen de certidumbre, Johnson ha calculado mal el estado de ánimo y la disposición de oposición y sus críticos conservadores para encontrar caminos ante el temor mayor a las consecuencias de un Brexit sin acuerdo.

En tercer lugar, el gobierno británico ha encontrado respaldo en las promesas de Donald Trump por avanzar rápidamente en un acuerdo comercial común una vez que Brexit se haya materializado. En otro error de cálculo, la intromisión de Trump no necesariamente es sinónimo de certidumbre política o tranquilidad para los mercados financieros, pero menos para los consumidores ante la perspectiva de que Reino Unido se vea “invadido” por productos estadounidenses en el futuro inmediato.

Finalmente, la estrategia de Boris Johnson asume que mientras más endurezcan su posición negociadora, más pronto se doblarán las autoridades europeas para evitar el riesgo de un Brexit duro.

Sin embargo, los europeos han dejado claro que no hay margen para una nueva negociación y han señalado que el gobierno británico no tiene intención de hacer propuestas viables. La ruptura luce prácticamente inevitable.

Apenas el martes pasado, Johnson sufrió una durísima derrota en el Parlamento. Más dura que las infligidas a Theresa May, pues se ha roto la mayoría del gobierno y la confianza en el primer ministro sólo seis semanas después de asumir el cargo.

Al momento de escribir estas líneas, lo que sigue es todavía confuso, si el gobierno de Johnson cumple su amenaza de convocar a elecciones o si sus rivales tienen la fuerza para impulsar un voto de no confianza.

Pero independientemente de todo el drama y la intriga política, el problema de fondo es el mismo que enfrentó Theresa May en los últimos años: los parlamentarios británicos quieren más espacio para decidir, pero son incapaces de definir qué quieren y, por lo mismo, no pueden ponerse de acuerdo en el modelo que aceptarían para alcanzar un Brexit ordenado.

Habrá que ver si la paciencia de la Unión Europea llega más allá del 31 de octubre.

@ja_leclercq