La metamorfosis ante la catástrofe

19 de Diciembre de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La metamorfosis ante la catástrofe

juan antonio leclercq

El pensador alemán Ulrich Beck advertía la transición de una era marcada por el cambio social hacia una del cambio en el mundo. El cambio social involucra transformaciones internas o externas a las sociedades que afectan en mayor o menor grado conceptos y espacios de acción, pero que a pesar de todo mantienen una forma y consecuencias reconocibles. El cambio en el mundo, definido por Beck como una metamorfosis, supone un cambio cualitativamente más complejo, que altera nuestro entorno, enmarca el cambio social mismo y modifica radicalmente nuestra forma de pensar, entender y actuar cualquier tipo de acontecimientos.

La metamorfosis pone en juego escenarios impensables anteriormente. Ante niveles de incertidumbre mucho más grandes, los niveles de riesgo involucran la posibilidad del colapso de las capacidades sociales y la erosión de las instituciones existentes en las comunidades humanas, para poder reaccionar y sobrevivir ante procesos sociales y ambientales que trascienden fronteras y se retroalimentan en forma impredecible.

Conceptualizar los procesos de cambio como una metamorfosis del mundo no deja de ser paradójico, pues refiere a la irrupción de un mundo nuevo cuyos efectos destructivos se comienzan a sufrir y proyectar, que provoca angustia e incertidumbre, pero difíciles de aprehender en su conjunto, ante los cuales el lenguaje mismo es limitado para construir explicaciones y narrativas coherentes. La visión tradicional que las sociedades humanas tienen del mundo y de sí mismas se derrumba, dejando paso a una nueva era cuyos contornos no terminan de emerger con claridad.

Pocos eventos ilustran con tanta claridad el cambio del mundo como la crisis ambiental global y, más recientemente, la pandemia de Covid-19. La transformación que se desprende de la metamorfosis en estos casos, debe entenderse en una escala mayor y con consecuencias más graves que otras perturbaciones sociales o crisis políticas anteriores. La idea misma de un mundo inmerso en el riesgo de situaciones catastróficas, advierte que el cambio en el mundo equivale a sufrimiento potencial para millones de personas y una capacidad de respuesta muy limitada por parte de las autoridades políticas nacionales.

Esta visión de la metamorfosis no implica caer irremediablemente en el pesimismo, si no reconocer la entrada de la humanidad a un territorio desconocido como producto de acciones y alteraciones al medio ambiente o en la esfera tecnológica. Lo cual nos lleva a dos problemas puntuales. Reconocer el riesgo de la catástrofe con todas sus consecuencias sociales, económicas y en sufrimiento humano, para entonces actuar con pleno sentido de responsabilidad. En especial, aquellos gobiernos que asumieron una actitud de desprecio hacia las advertencias de los expertos, tienen ahora la obligación de rendir cuentas por sus omisiones y los daños que han provocado en la vida de millones de personas.

Pensar el mundo desde la idea de metamorfosis involucra también oportunidad, de hecho la obligación, de transformar los fundamentos económicos, políticos y sociales que han permitido la exclusión y desigualdad social o que justifican la devastación del mundo natural. La metamorfosis es espacio para pensar y actuar desde un “catastrofismo emancipatorio”: el impulso político hacia un cambio social justo e incluyente luego de entender las consecuencias que se desprenden de los eventos catastróficos.

En otras palabras, enfrentar la catástrofe y el sufrimiento que provoca, y que provocará en el mediano plazo, nos exige no limitarse a contener la pandemia, si no el asumir la responsabilidad de pensar y hacer una transformación profunda de nuestros referentes políticos, económicos y sociales en el largo plazo. Actuar con el objetivo de contener y restaurar, dejando intactas las prácticas desiguales y excluyentes que la catástrofe pone ahora en evidencia, equivale a cerrar los ojos ante un cambio irreversible del mundo y permitir mayor sufrimiento humano. Sin un cambio de fondo en nuestras estructuras, instituciones y procesos sociales, la humanidad seguirá avanzando indefensa aunque arrogante hacia su propia perdición.