Las cifras de contagios y decesos por Covid-19 continúan a la baja prácticamente en todo el país, con la excepción de un par de estados.
Observamos los niveles más bajos en meses y esto se ha traducido en una creciente movilidad en las calles.
La actividad regresa y los mexicanos intentamos recuperarnos del brutal golpe económico que ha representado la pandemia.
La caída de contagios en forma sostenida es motivo de tranquilidad, pero no podemos ignorar que esto ha ocurrido como consecuencia de que, probablemente, la mitad de la población
del país ya ha tenido contacto con el virus y de que cargamos con un total de fallecidos que se ubica entre 600 y 700 mil.
Poco a poco aumenta también la población vacunada, muy lento, demasiado lento para lo que sería deseable. Pero aún así el panorama se abre y se perfila una nueva normalidad con menos contagios y decesos.
›Lo peor que podemos hacer es celebrar que finalmente la pandemia se está conteniendo y echar tierra sobre la tragedia que hemos enfrentado en el último año. Se exige rendición de cuentas sobre los criterios políticos que han guiado la toma de decisiones, sus omisiones, ocurrencias y negligencias.
Al igual que lo ocurrido con el colapso en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, la pandemia demanda una investigación sobre la forma en la que se tomaron las decisiones y sus consecuencias en pérdida de vidas humanas.
La pandemia representa un shock externo para el que nuestro país no estaba preparado, pero el alcance que ha tomado y la brutalidad de sus efectos sociales y económicos es resultado de las decisiones y omisiones políticas.
Permitir el olvido es también facilitar el camino de la impunidad.
Si los ciudadanos cierran los ojos ante lo que ha ocurrido en el país con una administración política de la pandemia que se ha traducido en una de las tasas de fallecimientos más altas del mundo, nunca superaremos los ciclos de irresponsabilidad que lastran toda la política nacional.
Tenemos que entender que la impunidad mata y que además tiene efectos multiplicadores para quienes enfrentan condiciones de pobreza y marginación.
Exigir rendición de cuentas y una investigación independiente, permitirá comprender el impacto de las decisiones políticas en la magnitud de la tragedia, lo que es una obligación de todos los mexicanos.
No podemos aceptar la impunidad como destino ni tampoco aceptar como inevitables sus consecuencias sociales.
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