La semana pasada se publicó el reporte Cambio Climático y Desigualdad 2023, elaborado por el World Inequality Lab. Este reporte me parece importante porque plantea tres problemas muy relevantes al momento de definir estrategias de mitigación y adaptación ante el cambio climático.
En primer lugar, los países no han contribuido de la misma forma a generar el problema con sus emisiones de gases de efecto invernadero. Los países desarrollados tienen una responsabilidad mayor en reducir sus emisiones e impulsar acciones globales de mitigación en tanto sus emisiones históricas y actuales son más significativas.
En segundo lugar, las desigualdades entre países y al interior de éstos se van a traducir en diferentes niveles de riesgo y vulnerabilidad ante las consecuencias inevitables del cambio climático. La tragedia consiste en que quienes menos gases de efecto invernadero han emitido a la atmósfera, son quienes sufrirán mayores pérdidas y daños resultado de fenómenos meteorológicos extremos.
Tercero, las consecuencias del cambio climático tendrán como un efecto adicional el agudizar las brechas de desigualdad y los niveles de pobreza existentes, en especial en aquellos países más vulnerables a pesar de que sus niveles de emisiones han sido muy reducidos.
Entre los principales hallazgos del reporte, destacan: 10 % de los países emisores son responsables de al menos 50 % de las emisiones globales, concentran el 76 % de la capacidad de mitigación y adaptación, y enfrentan sólo el 3 % de las pérdidas y daños potenciales.
Al mismo tiempo, el 50 % del planeta, a pesar de contribuir con sólo 12% de las emisiones globales, es mucho más vulnerable al enfrentar hasta el 75 % de las pérdidas potenciales y contar con sólo 2 % de capacidad financiera para hacer frente al cambio climático e impulsar una transición económica sostenible.
Aun cuando 10 % de los países es responsable de la mayoría de las emisiones globales, las desigualdades en acceso y consumo de recursos al interior de cada país representan un factor clave para entender la dinámica de las emisiones globales y las posibilidades de contenerlas en las próximas décadas. Por lo mismo, implementar políticas más efectivas de combate a la pobreza no necesariamente compromete el cumplimiento de compromisos nacionales de mitigación.
El cambio climático va a contribuir a mayores niveles de marginación, particularmente al poner en riesgo la seguridad de bienes vitales como agua y alimentos, los cuales están crecientemente sujetos a efectos distributivos desiguales.
Los autores recomiendan acelerar el cumplimiento de los compromisos de mitigación y adaptación establecidos en el Acuerdo de París, incluyendo la transferencia más expedita de recursos hacia los países en desarrollo. Sin embargo, se debe aprender a gastar mejor siguiendo buenas prácticas internacionales, identificando aquellos proyectos que tienen mejor rendimiento para la sociedad, lo cual requiere de investigación especializada y sistemas de información estadística más confiables. De igual forma, es necesario transformar los sistemas recaudatorios y sus efectos distributivos a nivel nacional e internacional.
Contener las consecuencias inevitables del cambio climático y reducir los niveles de vulnerabilidad en los países en desarrollo requiere de la transferencia de recursos que los países desarrollados no han cumplido, pero también del desarrollo de capacidades y buena gobernanza en los países que enfrentar un mayor nivel de riesgo.
El debate global sobre obligaciones de mitigación y estrategias de adaptación requiere ahora profundizar la agenda y la transferencia de recursos para contener daños y pérdidas. Actuar ante las consecuencias del cambio climático es un problema de justicia global y justicia distributiva nacional.