Ni hablar. En la Procuraduría General de la República hay un gran enojo desde hace algunos días, en particular, desde que el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, compareció en sus instalaciones para reservarse el derecho de hablar, pero no para conocer el expediente de lo que lo acusan para caminar horas después a ir a comparecer, pero ante los medios de comunicación. Dicen los que saben que en la oficina del procurador Raúl Cervantes se sorprendieron mucho porque don Emilio, sienten, se burló tácitamente de la PGR en la conferencia de prensa de casi una hora de duración. Y es que al interior de la PGR habían entendido que Lozoya sólo leería un comunicado y seguiría guardando silencio y un bajo perfil, mientras que las investigaciones avanzaban lentamente, tan lento que pasado el tiempo ya no se le pudiera acusar de nada. Sin embargo, la prevista estrategia les salió por la culata. El exdirector de Pemex aceptó preguntas y exhibió a la PGR, por lo que por ahora entre los investigadores del caso Odebrecht, el ánimo no es tan favorable hacia el exfuncionario. Y por eso aseguran ahora que, de que van sobre de él, van, y que ya cuentan con la autorización de quien deben tenerla.