Black Tail es una de las ratas de la Universidad de Richmond que deslumbró por primera vez al mundo con su capacidad para manejar coches diminutos en 2019.
Ahora, los roedores sirven como embajadores del Laboratorio de Neurociencia del Comportamiento de la escuela, dirigido por la profesora Kelly Lambert.
“Llama la atención de la gente lo inteligentes que son estos animales”, explica Lambert, que se esfuerza por equilibrar el cariño que siente por estos roedores y el distanciamiento científico, llamándolos por el color del que tiene pintada la cola.
La idea de competir con roedores comenzó como un reto lúdico de un colega. Lejos de ser un acto novedoso, los animales ya estaban siendo usados para explorar las formas en que el enriquecimiento ambiental esculpe el cerebro y que, a su vez, podría servir para resolver problemas de salud mental de los seres humanos.
Para Lambert, uno de los grandes fallos de la medicina moderna fue su incapacidad para curar las enfermedades mentales mediante fármacos, pese a que las empresas farmacéuticas cosecharon enormes beneficios.
Estos tratamientos farmacéuticos están en tela de juicio después de que un estudio publicado en julio cuestionara la teoría de que los desequilibrios químicos, especialmente la falta de serotonina, causan depresión.
Pero Lambert considera que la terapia conductual es la clave para tratar la mente, y ahí es donde entra el estudio de estas ratas: “Si tenemos algún tipo de vida atractiva, esto es probablemente importante y está relacionado con la depresión”.
En un experimento anterior, dividió a las ratas en dos grupos: el primero, el de las “trabajadoras”, tenía que excavar en montículos de tierra para conseguir sus aros de cereales, mientras que el segundo, las “fiduciarias”, recibían su recompensa sin hacer nada.
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