Mientras los cárteles de la droga crecen, las estrategias para combatirlos parecen estar en un laberinto

5 de Enero de 2025

Omar Hurtado
Omar Hurtado

Mientras los cárteles de la droga crecen, las estrategias para combatirlos parecen estar en un laberinto

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Diversas autoridades estadounidenses reiteran preocupación por la creciente presencia de opioides sintéticos en Estados Unidos, especialmente de fentanilo. De acuerdo a información disponible, los fallecimientos por sobredosis de fentanilo se habrían incrementado, pasando de 69 mil muertes en 2020, a 81 mil en 2021 y a 110 mil en 2022.

Señalan a los cárteles mexicanos, particularmente de Sinaloa y Jalisco, responsables del tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, en tanto que, precursores químicos de China, serían utilizados para facturar fentanilo en México, argumento rechazado por el presidente mexicano, quien asegura que en México no se produce fentanilo.

El consumo de drogas en Estados Unidos responde, dicen especialistas, a debilidades sociales vinculadas con la educación, relaciones familiares, vacíos existenciales y marginación, entre otras, a lo cual el Estado no tiene respuestas, aplicando esencialmente políticas “prohibicionistas” de drogas, de contención al tráfico internacional e incapaces de evitar la distribución interna.

Es un hecho que la vecindad con Estados Unidos exacerba la presencia del crimen organizado en México. Mientras exista mercado el tráfico de drogas seguirá utilizando el territorio mexicano para su trasiego y producción, con las implicaciones que conlleva como violencia, corrupción, extorción, debilitamiento institucional, lavado de dinero y tráfico de armas, entre otras lamentables consecuencias.

Ante esta situación, todo parece indicar que las estrategias aplicadas en México y en Estados Unidos para combatir a los cárteles de las drogas se encuentran en un laberinto, por lo que el tema prevalecerá en la agenda bilateral por mucho tiempo más, plagado de violencia y presiones políticas.

¿Qué pasa con el gabinete de seguridad?

Una reciente investigación difundida por AC Consultores, resalta datos aterradores: el crimen organizado tendría presencia en el 81% del territorio mexicano; existirían en el país 175 organizaciones criminales, las más poderosas serían las de Jalisco y Sinaloa y; 30 grupos criminales operarían en la Ciudad de México. Operarían, además, grupos de venezolanos y colombianos en la extorción “gota a gota”.

A lo anterior, se suma una prácticamente invisible estrategia mexicana para combatir a los cárteles. Frases populares como “abrazos y no balazos” parecen estar fuera de toda seriedad y lugar, lo que ha conducido a una situación crítica en materia de seguridad. Es ingenuo pensar en estrategias complacientes hacia el crimen organizado, el cual aprovecha cualquier debilidad o nexo para crecer y controlar territorios, plazas, rutas, poder y dinero. La generosidad en ese sentido nomás no funciona.

La estrategia mexicana pretende enfrentar al crimen organizado mediante programas sociales para abatir las desigualdades y la pobreza. Sin embargo, esto es sólo una parte de la solución. Hoy el crimen organizado ha alcanzado dimensiones extraordinarias, es transnacional y ha rebasado la capacidad de respuesta de las instituciones de seguridad, lo que requiere urgentemente que se redoblen esfuerzos para adecuar políticas integrales a la realidad, que contemplen también inteligencia y capacitación y fortalecimiento institucional en justicia y seguridad.

El tiempo sexenal se consume y no parece que haya intención de un cambio de estrategia, todo indica que habrá que esperar a un nuevo gobierno. Esto parece terrible para los mexicanos que vivimos día a día este escenario. Prisioneros de la inseguridad.