El próximo 10 de diciembre tomará posesión de la presidencia argentina el controvertido economista Javier Milei, quien recibirá el mando a manos del presidente saliente Alberto Fernández, cercano al presidente Manuel López Obrador, en un contexto de una acentuada crisis económica, polarización política y social interna y choques ideológicos con presidentes latinoamericanos.
De acuerdo con información disponible, el presidente mexicano no asistirá a dicho acto, pensamos que por algunas razones esenciales: para el mandatario mexicano no son importantes estos eventos en los que no se siente cómodo y se tiene la impresión que le resultan complejos; por prejuicios y tintes ideológicos y; por los imprudentes calificativos negativos que hizo el mandatario mexicano a la candidatura de Milei, en un proceso electoral netamente argentino, donde López Obrador se ha embarcado en un innecesario intercambio de ofensas mutuas con el no poco mesurado Milei.
Las expresiones del mandatario mexicano resultan sumamente nocivas, rompen con la tradición diplomática de respeto y seriedad internacional de México, cuya diplomacia siempre ha sido considerada como un modelo sobresaliente. Pero a esta situación también se agregan los desencuentros que México ha tenido con otros países latinoamericanos como Panamá o Bolivia y Perú, donde la confrontación, también por cuestiones electorales internas en esos países, escaló muy alto, con expulsiones de embajadores.
Al anterior escenario se suma el infortunado Manifiesto por Argentina firmado por la Canciller Alicia Bárcena, conjuntamente con otras personalidades internacionales, en apoyo al candidato opositor de Milei, Sergio Massa, en plena efervescencia electoral y en menoscabo del principio de no intervención; torpe y presuntuosamente difundido en redes sociales por un funcionario menor para estos asuntos, del área denominada DGOMRA de la Cancillería, y que por órdenes superiores dicho documento inmediatamente fue retirado de las redes.
La Canciller no desconoció dicho manifiesto y mediante un tweet acotó “que en calidad de canciller de México no autorizo la inclusión de mi firma en el documento de referencia”. El tema se torna delicado porque en el caso de una canciller cualquier posición política internacional no es una cuestión personal, sino de Estado. Ante el triunfo de Milei, más tarde que temprano la Canciller tuvo que desdecirse y subrayar que México está listo para trabajar con el nuevo gobierno argentino.
Al momento de escribir esta nota habrían confirmado su participación en la toma de posesión los presidentes de Chile, Uruguay y Hungría y el Rey Felipe VI. La presencia del presidente brasileño aún estaría pendiente debido a la incómoda invitación que se habría turnado al expresidente Jair Bolsonaro y el presidente estadounidense se habría disculpado por razones de agenda. Queda pendiente la cuestión si será la Canciller mexicana la que represente a México en dicha ceremonia.
La participación en estos eventos no tiene una razón exclusivamente protocolaria, son oportunidades para fortalecer la presencia de México con otros jefes de estado, sobre todo en el cono sur y la fuerte presencia brasileña, donde es necesario intensificar relaciones. De acuerdo a articulistas, el marco de acción geopolítico y diplomático de México en América Latina está muy acotado a países “aliados” como Colombia, Cuba y Venezuela, donde las afinidades ideológicas y relaciones personales parecen ser más importantes que las cuestiones de Estado. ¡Caramba! Cosas de la política exterior mexicana.