El pasado 14 de diciembre se reunieron en San Vicente y las Granadinas los presidentes de Guyana, Irfaan Ali y de Venezuela, Nicolás Maduro, debido a la discrepancia territorial por la región del Esequibo guyanés de 160 mil Km2.
Dicha reunión alcanzó sus objetivos iniciales a efecto de bajar la tensión diplomática que prevalecía en ese momento y propició la comunicación entre los dos mandatarios, aunque con un bajo impacto para una solución definitiva (no era el objetivo), en la cual aún queda un muy largo y seguramente muy tortuoso camino. Los mandatarios acordaron realizar una nueva reunión en Brasil en tres meses.
El encuentro fue impulsado por el presidente brasileño Inácio Lula Da Silva, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas y presidente pro-témpore de CELAC, Ralph Gonsalves, y el primer ministro de Dominica y presidente de CARICOM, Roosevelt Skerrit, a la que asistieron primeros ministros de la Comunidad del Caribe y representantes de Naciones Unidas.
Destacaron particularmente posturas muy firmes del presidente guyanés, quien no está dispuesto a discutir el conflicto territorial en reuniones bilaterales con Venezuela y se apega al proceso iniciado en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya; dijo que su país tiene todo el derecho de ejercer soberanía en el Esequibo para facilitar inversiones y comercio y otorgar licencias o concesiones, en clara alusión a la explotación petrolera que actualmente realiza Guyana y el malestar venezolano.
Por su parte Venezuela reiteró su rechazo al proceso legal que se sigue en la CIJ, en tanto que ambos mandatarios acordaron resolver la controversia de acuerdo con el derecho internacional, incluido el Acuerdo de Ginebra de 1966, y establecer una comisión de ministros de relaciones exteriores y técnicos de ambos países.
Ante eventuales incidentes, tanto CARICOM como CELAC y el presidente de Brasil seguirán siendo interlocutores y Naciones Unidas observador, destaca el Comunicado Conjunto de la reunión.
El descubrimiento y explotación de yacimientos petroleros en la región costera del Esequibo, podrá dar un vuelco inusitado al futuro de Guyana si se maneja adecuadamente esta riqueza, sector que hoy es explotado por Exxon Mobil y socios, con reservas estimadas en 11 mil millones de barriles, para una población de alrededor 800 mil habitantes. La producción actual es cercana a los 400 mil barriles diarios y en 2027 podría producir 1.2 millones barriles al día. Guyana podría cerrar 2023, según el Fondo Monetario Internacional, con un PIB de 38.4%, además de que cuenta con recursos como bauxita, oro y diamantes.
Debido a la presencia petrolera en Guyana, uno de los países más pobres del continente, se ha incrementado la inversión extranjera directa, misma que podría verse afectada en algún momento por el problema territorial, por lo que también es importante, estiman economistas, un buen desempeño en su gestión en finanzas públicas, transparencia y rendición de cuentas, que los beneficios lleguen a la población y diversificar su economía y que no sólo dependa de los combustibles fósiles.
México cuenta con una embajada en Guyana, que además es representante ante la Comunidad del Caribe (CARICOM), que agrupa a 15 países. Tradicionalmente la cooperación técnica y educativa de México ha sido esencial en la agenda bilateral y la inversión mexicana es incipiente, pero podría potenciarse con el auge petrolero en algunos sectores como infraestructura y servicios.
