El pasado 7 de octubre tuvo lugar un sangriento acontecimiento, con el ataque de las brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamás, al estado de Israel, causando varios muertos de las dos partes, heridos, secuestros de nacionales de Israel e incontenibles bombardeos israelíes a la Franja de Gaza.
Hamás gobierna la Franja de Gaza, ha realizado numerosos atentados suicidas en territorio israelí, cuyo fin es crear un estado palestino fundamentalista islámico y destruir al estado de Israel. Es un grupo considerado por varios países como terrorista, entre los que se encuentran el mismo Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón, entre otros. Pero los sucesos del 7 de octubre es un hecho más, que se suma a la larga serie de confrontaciones que han prevalecido durante décadas y en el cual no se observa una solución inmediata por su complejidad.
Estamos ante un añejo conflicto que ha derivado en un alto número de desplazados palestinos y de decesos de personas israelíes y palestinos, pero principalmente de gente inocente que se encuentra envuelta en la confrontación bélica, que incluye a mujeres y niños.
Estamos ante un escenario en el cual no se cuenta con condiciones reales para alcanzar la paz y la seguridad para ambos pueblos. Los retos son diversos, afirman especialistas en la materia, como la necesaria transición de la Autoridad Nacional Palestina a un Estado, poner fin al bloqueo a la Franja de Gaza y su devolución a la Autoridad Palestina, así como el desarme de organizaciones como Hamás, entre otros. En este entorno, los grupos palestinos deberán renunciar a la violencia y reconocer el estado de Israel.
Destacan temas de especial relevancia como la creciente construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y la Franja de Gaza. Una solución tendría que derivar en acuerdos fronterizos, asentamientos judíos y de refugiados, de difícil solución. La falta de una solución también ha derivado en la radicalización de rencores, frustraciones y resentimientos que termina en violencia y odio.
La incitación a la violencia en lugares como Cisjordania y Jerusalén Oriental, así como en lugares religiosos crean fuertes tensiones que en no pocas veces terminan en violencia. Un tema de los más sensibles y complicados es la lucha por Jerusalén, de vital importancia para israelíes y palestinos, los cuales consideran su capital.
Amnistía Internacional ha expresado su preocupación por la escalada de violencia que comenzó con el lanzamiento de proyectiles de Hamás y continuó con ataques israelíes a la Franja de Gaza. De acuerdo al Derecho Internacional Humanitario las partes en conflicto tienen la obligación de proteger a las personas civiles inmersos en las confrontaciones bélicas; los secuestros de civiles y la toma de rehenes también están prohibidos por el derecho internacional, estas situaciones pueden constituir crímenes de guerra.
En un ambiente de una comunidad internacional dividida, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó los ataques de Hamás, reconoció los agravios que ha sufrido el pueblo palestino, pero también dijo que nada justificaba actos terroristas, asesinatos, mutilaciones y secuestros de civiles. El secretario general de la ONU también expresó estar profundamente consternado por el asedio que Israel ha iniciado hacia la Franja de Gaza. Pero no se vislumbran soluciones inmediatas.