Este sábado el rey Carlos III ascendió al trono de Reino Unido de manera oficial, a casi ocho meses de la muerte de su madre, la reina Isabel II. La ceremonia estuvo llena de simbolismos y tradiciones milenarias, como el uso de la piedra del Destino; uno de los elementos que generan conflicto a gran parte de los escoceses.
Una de las partes más importantes de la coronación de cualquier monarca de Inglaterra involucra a una piedra que es colocada debajo de la Silla de San Eduardo, misma en la que se sienta el heredero de la corona durante la ceremonia. Sin embargo, la también llamada ‘Piedra de Scone’ lleva jugando un papel importante desde mucho antes.
El rey Carlos III cargó la Corona de San Eduardo en la abadía de Westminster sobre esta piedra, una reliquia que originalmente pertenecía al reino de Escocia y que era utilizada en sus propias coronaciones, pero que fue sustraída en 1296 por el rey inglés Eduardo I.
De Escocia a Inglaterra
El bloque de piedra arenisca de 156 kilos históricamente era conservado en la Abadía de Scone, pero fue trasladada en el siglo XIII a la Abadía de Westminster en Londres, por lo que empezó a usarse para la coronación de los monarcas británicos desde el siglo XIX.
El historiador Ewen Cameron, de la Universidad de Edimburgo, explicó a EFE que el haberla sustraído de Escocia fue un símbolo de victoria para el rey Eduardo I. “Quiso simbolizar su conquista, poder decir: ‘Realmente he derrotado a Escocia’”, agregó.
El origen e importancia de la piedra radica en que, de acuerdo a los mitos, sirvió como almohada a Jacobo, personaje bíblico del Antiguo Testamento. La reliquia habría sido encontrada a orillas del mar Rojo y llevada hasta Escocia.
En 1996, el primer ministro John Major acordó devolver la piedra a Escocia tras varios intentos que no se concretaron, pero la única condición es que la volverá a Londres para las futuras coronaciones. El Museo de Perth será el nuevo hogar de esta reliquia en 2024. RM
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