Ante el escepticismo con que fue recibido por algunos sectores el proyecto del Tren Maya, anunciado a principios de la actual administración, en agosto de 2019, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) convocó a académicos de diversas instituciones para que elaboraran un prediagnóstico del que se empezaba llamar “megaproyecto”; sin embargo, el Consejo no sólo no publicó el libro resultante, sino que prohibió que lo hiciera cualquiera de los centros públicos de investigación (CPIs). Ahora, el primer volumen del libro está publicado por Bajo Tierra Ediciones.
En Territorios mayas en el paso del tren. Riesgos previsibles y posturas independientes sobre el Tren Maya participaron investigadoras e investigadores de CPIs (instituciones que dependen del propio Conacyt), como el Ciesas, Cicy y Ecosur, universidades como la UAM y la UNAM, y representantes de organizaciones preocupadas por la defensa de los territorios.
Contrario a lo que pudiera pensarse por la tardanza en la publicación, el libro no es un catálogo de críticas; pero sí plantea diversos cuestionamientos. Por ejemplo, Martínez-Romero y colaboradores plantean que, considerando los conflictos ambientales actuales y los que pudieran surgir, “surge una pregunta: ¿cómo puede garantizar un gobierno progresista realizar megaproyectos desarrollistas basados en la lógica del mercado, y evitar la confrontación de visiones de progreso entre los diferentes actores que participan o son afectados?”
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Por su parte, Giovanna Gasparello plantea que, dado que el proyecto “pregona el empleo en la industria turística como vía privilegiada para ‘mejorar la calidad de vida’ de los mayas” y considera esta la “principal apuesta del megaproyecto Tren Maya”, surge una “interrogante central sobre el criterio cultural y civilizatorio para calificar dicha mejoría en la calidad de vida, frente a las previsibles transformaciones en la cultura y en la identidad de los pueblos mayas”.
Gasparello también manifiesta su preocupación por que pueda ocurrir un despojo de tierras y territorios, así como erosión cultural y “la tergiversación del pasado histórico al transformar los modos y medios de vida que definen la identidad colectiva maya”, materializada en actividades agrícolas y aprovechamiento del hábitat que “representan un complejo entramado cultural arraigado en el territorio”.
Para Ana Esther Ceceña y Sergio Prieto, el Proyecto de Desarrollo Integral Tren Maya, “producirá inevitablemente —e incluso deliberadamente— modificaciones profundas, sustanciales e irreversibles en los modos de vida y en las dinámicas y equilibrios ecológicos de la región afectada, con repercusiones sobre los territorios con los que mantiene relaciones de conectividad: corredor biológico mesoamericano y amazónico; o pueblos mayas de ambos lados de la frontera, entre otros.”
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