Pese a las mociones de censura, Francia adoptó la reforma de pensiones del presidente Emmanuel Macron, lo que además de representar un duro golpe para sus ciudadanos, le dio un nuevo giro a las protestas que han sacudido el país desde hace semanas.
Ahora los franceses, encabezados por los ciudadanos más jóvenes, ya no buscan hacerse oír en las inmediaciones de los edificios legislativos ni enfrentarse a las fuerzas de seguridad; las acciones se acercan más a las que se realizan en una guerrilla.
De manera imprevisible y aleatoria, los inconformes ahora recorren las calles incendiando contenedores de basura y otros objetos con el fin de obstaculizar el avance motorizado de las fuerzas de seguridad.
Las nuevas formas de protesta han comenzado a expandirse desde la capital hasta otras partes del país, y cada vez más organizadas, son llevadas a cabo por grupos pequeños, lo que facilita que puedan dispersarse en cuanto se acercan policías. Una vez que pasa la amenaza, los integrantes vuelven a la carga, y si las fuerzas del orden permanecen en el sitio, los manifestantes simplemente comienzan las quemas de basureros algunas cuadras más adelante.
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“Somos ‘be water’ como en Hong Kong... Bueno, o al menos lo intentamos”, explicó a AFP Romain (pseudónimo), en un callejón del barrio céntrico de Les Halles, con la policía detrás. “Debemos renovar nuestras acciones para mantener la presión”, precisó el estudiante. El joven hizo referencia al movimiento que los manifestantes asiáticos adoptaron en 2019 durante una ola de protestas en la excolonia británica, contra un proyecto de ley de extradición a China, que fue retirado, y se inspira a su vez en una frase del héroe del cine hongkonés Bruce Lee.
El prefecto de policía de París, Laurent Nuñez, estimó el martes que eran “unos dos mil inconformes” distribuidos en “grupos pequeños y dispersos” que nunca superaron las “200 o 300 personas”. Pero la cantidad de estos grupos es lo relevante ya que estimaciones calculan que podría haber hasta mil 200 equipos a lo largo de toda Francia.
De la misma manera que las protestas en Hong Kong, los franceses buscan “atacar el bolsillo”, por lo que las fábricas, transporte y carreteras son los objetivos principales. Y si bien la propia arquitectura del país dificulta la insurrección, los ciudadanos han sabido sacar provecho a todas las comunicaciones, que van desde las redes sociales y servicios de mensajería instantánea hasta otros métodos menos digitales como los mensajes SMS y las llamadas telefónicas.
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