Al principio, dicen los que saben, le funcionó el argumento al titular de Profeco, Ricardo Sheffield, de que los señalamientos de corrupción al interior de su dependencia eran golpes bajos, por el buen trabajo que estaban realizando.
Aseguran que no atendió las alertas que, desde el gabinete del Presidente, le hicieron llegar para que revisara a sus viejos amigos y exsocios Javier Chico Goerne y Diego Sandoval Ventura, y a su amiga y colaboradora Marijhose Nava.
Don Ricardo dejó que bajo sus barbas se hicieran negocios, a tal punto que ahora toda la institución, sí, toda, está bajo revisión desde la Fiscalía General de la República y la Secretaría de la Función Pública, que fue la dependencia, a cargo de Roberto Salcedo, que confirmó las corruptelas.
En cuanto don Roberto le pasó el informe sobre Profeco al titular de Segob, Adán Augusto López, éste se lo contó a su jefe Andrés Manuel López Obrador, y la respuesta fue “hasta donde tope”. Parece que Sheffield ya quemó los cartuchos de cariño del Presidente.