Después de que hace algunos días el Palacio de Kensington confirmara que las invitaciones para la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle ya estaban listas y a punto de ser enviadas, estas ya han sido recibidas por los primeros afortunados. Dentro de los elegantes sobres se encontraban preciosas tarjetas realizadas por Barnard y Westwood remitidos a nombre de “su Alteza Real, el Príncipe de Gales”. Los destinatarios son más de dos mil 600 personas, entre los que se encuentran alumnos de escuelas locales, miembros de la comunidad del Castillo de Windsor, algunos procedentes de distintas casas reales y algunos invitados de diferentes organizaciones benéficas que han trabajado con la pareja. Los novios han querido que “todo el mundo se sienta parte de las celebraciones” pues es una atención hacia sus amigos y seguidores. Con mucho orgullo, se reveló quién ha sido la primera persona en recibir la invitación, se trata de una destacada estudiante de sexto grado llamada Daniella Timperley quien trabaja de forma voluntaria para varias residencias donde imparte cursos sobre salud mental y contra la violencia doméstica. La escuela, St. Louis Grammar, en Ballymena, anunció la gran noticia que recibió la joven: "¡Qué semana ha tenido Daniella! No solo ha sido nombrada Voluntaria Joven del Año 2018, sino que también ha recibido una invitación para la boda real del príncipe Harry y Meghan Markle como consecuencia de su implicación con las obras de caridad”.
Las invitaciones a la boda del príncipe Harry y la Sra. Meghan Markle han sido emitidas en nombre de su Alteza Real el príncipe de Gales. Siguen la tradición de la Familia Real, que existe desde hace muchos años e incluyen el sello de tres plumas del Príncipe de Gales en tinta dorada”, reveló por medio de su cuenta de Twitter, el Palacio.
Eligieron una caligrafía más clásica y garigoleada para escribir el mensaje, con un toque sofisticado y elegante a las mismas. En otro de los tuits se podía leer quién estuvo encargada de la impresión, “Lottie Small, que hace algunos días terminó sus prácticas, imprimió todas las invitaciones en un proceso conocido como troquelado en una máquina de los años 30 a la que ha puesto con cariño el apodo de Maude”.