Los humanos somos animales sociales. Mientras pasamos más tiempo en casa, deseamos esas conexiones con amigos y familia. Sin embargo, si algo he aprendido, es que es importante ser creativos y encontrar esos momentos de distracción que además te llenen el alma. Por eso, si nunca lo has hecho, este es el momento ideal para poner un altar de muertos en casa y honrar a todos esos seres queridos que ya no están.
Poco a poco, voy juntando lo necesario para poner mi ofrenda en casa. Unas flores de cempasúchil, las fotografías de mis seres queridos, el papel picado, las veladoras. Afortunadamente hasta las flores se pueden pedir en línea.
El poner la ofrenda es la manera perfecta para honrar a los que se fueron, de recordarlos, pero también para que los más pequeños conozcan tal vez por primera vez esas historias familiares. Para muchos tal vez esta época normalmente está vinculada con megaofrendas, desfiles, maquillaje de catrinas, sin embargo también estos días me han servido como reflexión para ver lo poco que necesitamos y lo mucho que podemos enriquecer nuestras vidas con cosas simples. Es momento de regresar a las raíces de este festejo, volver a lo básico, lo fundamental.
No todo es visual, ni laborioso. Sin duda lo importante es poder dedicarle tiempo con tu familia a poner un altar para recordar a alguien con todo tu cariño. Si eres purista existe una simbología importante, sin embargo en lo personal considero que es mucho más importante hacerlo aún con lo más básico que tengamos disponible. No pueden faltar, las fotografías de tus seres queridos, las veladoras para iluminar el camino de nuestros fallecidos en su viaje a visitarnos, el agua, para saciar la sed de los que llegan a visitarnos y sobre todo los alimentos o bebidas que nos recuerdan a nuestros seres queridos y que los llamarán a visitarnos. Para muchos también habrán que incluirse en los imprescindibles las flores de cempasúchil, las calaveras de azúcar, el pan de muerto y hasta el incienso.
El celebrar el día de muertos es una de esas tradiciones que quisiera que nunca desaparezca. He tenido la fortuna de recorrer el país en estas fechas y no deja de sorprenderme lo diversa que puede resultar esta celebración. Cada región tiene sus propias maneras de festejar a los muertos. Hoy más que nunca también agradezco esos recuerdos y memorias de viaje. Pero sin lugar a duda, me queda claro que es una celebración en la cual, antes de ver hacía afuera, hay que ver hacia nuestro interior y festejar a los que se fueron, pero que están en nuestro corazón. Y eso se puede hacer hasta en una la esquina más pequeña de nuestro hogar.
Espero que tengas un buen día, y recuerda; ¡hay que buscar el sabor de la vida!