El piolet utilizado para asesinar al revolucionario ruso León Trotsky, que se ha mantenido oculto por 74 años tras el condenable asesinato ocurrido en la ciudad de México, será expuesto en el Museo Internacional de Espionaje de Washington (International Spy Museum) a partir del próximo año. El arma aún está manchada con su sangre, se destaca. Un hombre conocido como Frank Jacson, uno de los nombres con que se hacía conocer Ramón Mercader, comunista barcelonés y militante y agente del servicio de seguridad soviético NKVD, empleó el picahielos de alpinismo para asesinar a Trotsky, la noche del 20 de agosto de 1940 en su casa de Coyoacán. La orden provenía de Stalin. Mercader llamó a la puerta de casa de Trotsky preguntando por El Viejo, como le apodaban al ruso en México para entregarle unos papeles. Y cuando el líder ideológico salió a atenderlo le clavó el piolet en el cráneo dos veces con hendiduras de cinco centímetros. Del arma homicida se perdió la pista después de que la policía la presentara en la rueda de prensa tras el asesinato en 1940. Y durante años permaneció en una sala de pruebas de la Ciudad de México, donde permaneció hasta ser verificada por el agente de la policía secreta, Alfredo Salas, quien argumentó que quería preservarla para la posteridad. Y se la quedó. De acuerdo con lo publicado por el diario británico The Guardian, al morir el agente, su hija Ana Alicia Salas conservó la reliquia por 40 años debajo de su cama y en 2005 decidió ponerlo a la venta. Para comprobar la autenticidad del arma, Esteban Volkov, nieto de Trotsky, se ofreció a dar su sangre para hacer una prueba de ADN con la condición de que Salas entregara el arma al Museo Casa de León Trotsky en la ciudad de México, para que allí se exhibiera, sin embargo rechazó la propuesta y prefirió vender el piolet al mejor postor.
Estoy buscando algún beneficio económico”, aseguró la muejr a The Guardian en ese momento, pues consideraba que algo tan importante históricamente debería valer algo.
Finalmente, Keith Melton, un coleccionaista privado de Estados Unidos compró el arma para incluirla en sus cinco mil artículos sobre espionaje que compondrán la colección del museo de Washington, del que además es fundador. Para el ahora dueño, el hallazgo del arma del llamado homicidio más infame del mundo era como “una obsesión” y asegura que adquirir el piolet “fue una búsqueda de 40 años”. Y aunque el nieto de Trotsky nunca se hizo la prueba de ADN, Melton asegura que ha autentificado el arma por diversos métodos. (Con información de The Guardian. Foto: Contenido / Handout). KT/EC