Pidió Ebrard a Pompeo ocultar acuerdos migratorios

25 de Diciembre de 2024

Pidió Ebrard a Pompeo ocultar acuerdos migratorios

Ebrard a Pompeo

En su libro “Nunca cedas una pulgada”, el exsecretario de Estado de EU relata, de acuerdo a sus memorias, su primer encuentro con quien sería el canciller de México

Marcelo Ebrard pidió al gobierno estadounidense ocultar que México había cedido a las presiones de Estados Unidos en convertirse en un país de estancia para recibir a todos los migrantes que devolviera el país del norte. Pero también pidió decir públicamente que el gobierno mexicano se oponía y no reconocer algún acuerdo públicamente sobre el tema.

Esto ocurrió en la primera reunión que sostuvo Ebrard el 15 de noviembre de 2018 con Mike Pompeo, entonces secretario de Estado estadounidense en su libro “Nunca cedas una pulgada”, de acuerdo a sus memorias.

En su relato, Pompeo reconoce que aceptaron y que “hicieron todo lo que pudieron” para mantenerlo oculto, incluso de la propia embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena.

“No obstante, el canciller Ebrard tuvo varios desafíos. El primero estaba relacionado con la política interna: tenía que proteger a su jefe para que no pareciera que había cedido ante El Norte”, relata.

Y añade: “El gobierno mexicano también salvó las apariencias. Era libre de quejarse de nuestra política y de fingir que no la había suscrito. Esta oferta tenía lo que toda buena oferta necesita: algo para todos. Marcelo sabía que para México, la política era dura en el corto plazo. Pero también sabía que estaba ayudando a su país”

Giro de la política

Ebrard a Pompeo

Mike Pompeo relata en el capítulo 7 de su nuevo libro que una vez que asumió como secretario de Estado “orgullosamente me puse a trabajar en asuntos con México que eran muy importantes para mi jefe y mi país”.
Después de varios esfuerzos en política interna, decidió el gobierno estadounidense, cuenta, buscar un acuerdo con México para detener el flujo migratorio y atender de forma especial a quienes solicitaban asilo.

“Nuestro sistema es una farsa, y detener la inmigración ilegal es el requisito previo para una política de inmigración legal racional. Debido a que los tribunales y el Congreso estaban rechazando nuestros llamados a soluciones de sentido común para la seguridad fronteriza y la inmigración, desarrollamos una forma creativa de avanzar.

“Nos preparamos para decirle al gobierno mexicano que México, no Estados Unidos, recibiría a los solicitantes de asilo mientras Estados Unidos procesaba sus solicitudes. Nuestros planes se complicaron por el hecho de que México estaba en una transición presidencial de la administración del presidente Enrique Peña Nieto a la administración de izquierda del presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido popularmente como AMLO”, escribe Pompeo en un apartado que tituló “Reforma de un sistema de asilo quebrado”, explica.

Desde la visión estadounidense, justifica Pompeo, “el plan para que los solicitantes de asilo esperaran en México tenía dos beneficios: primero, cumplía con las leyes estadounidenses e internacionales, ya que colocaba a los solicitantes de asilo fuera de nuestra nación en espera de la resolución de sus solicitudes. En segundo lugar, cerró el grifo cambiando los incentivos. ‘Continúe y presente su reclamo, pero viva en México mientras se procesa. Mientras tanto, nada de escabullirse a Chicago o Denver’”.

Ebrard, marxista y brillante

En Houston, el 15 de noviembre de 2018, el secretario de Estado se lo explicó a Marcelo Ebrard, quien sería el próximo secretario de Relaciones Exteriores y a quien Pompeo describe como un hombre “muy brillante y muy marxista”; así como “afable y capaz”. Y acota: “bien podría ser el próximo presidente de México”.

“Habiendo dirigido una de las ciudades más grandes del mundo, (Ebrard) era un pragmático. Entendía el poder y el riesgo. También estaba decidido a poner a México en primer lugar, exactamente como debía hacerlo. Él y yo ya habíamos establecido una buena relación, así que cuando pedí verlo, accedió a encontrarme a mitad de camino entre nuestras dos capitales. Me encantó trabajar con él”, detalla en su libro el también exdirector de la CIA.

Fue en ese encuentro que Pompeo le comentó a Ebrard que a partir de dos semanas, Estados Unidos aceptaría a los solicitantes de asilo en los puntos fronterizos y luego los devolverían a México. “Marcelo estaba visiblemente conmocionado. Insistió en que su gobierno no podía aceptar estos términos, señalando el hecho obvio de que su pueblo estaría muy descontento si miles de extranjeros ilegales se quedaran en su país”.

A lo que el secretario respondió que precisamente era inaceptable que “cientos de miles de personas que ingresan ilegalmente” se queden a vivir en Estados Unidos, por eso aplicarían esa política.

Aunque Ebrard comprendió el objetivo del gobierno estadounidense, explica Pompeo, “se mostró escéptico de que se pudiera hacer, tanto como un asunto logístico como como una acción consistente con la ley mexicana. Sobre todo, estaba claramente preocupado porque queríamos que todo sucediera en solo catorce días”.

Y entonces, llegó la advertencia, relata: “’Marcelo, este es el trato. Si en catorce días el Estado y el DHS (Departamento de Seguridad Nacional) no pueden devolver a México a casi todos los solicitantes de asilo, cerraremos por completo la frontera mexicana’”.

“Marcelo pensó que le estaba tomando el pelo, sacando a relucir el hecho de que cientos de millones de dólares cruzan la frontera cada semana. ‘Completamente. Nada se moverá. Sin duda, esto afectará a los Estados Unidos, pero también lo hace la inmigración ilegal masiva. Le invitamos a que su jefe llame al presidente (Donald Trump), él sabe que hoy le estoy entregando este mensaje, pero fue muy claro. Catorce días o cierre. Marcelo hizo lo que todo buen diplomático hace en una situación así. Prometió devolvérselo a su jefe, pero advirtió que no funcionaría”, describe, de acuerdo a su versión, el exsecretario estadounidense.

Utilizando “modo amigo”, le dijo que apoyarían con recursos la estancia de los migrantes en la frontera norte de México. “Luego, mi cierre: ‘Marcelo, no necesitamos tu permiso para hacer esto. Queremos que sea cooperativo, pero no es un requisito. Estos migrantes no se quedarán en los Estados Unidos en catorce días. hemos hecho el trabajo de nuestra parte para asegurar eso. estoy feliz de volar para reunirme con su presidente para discutir, pero nuestros equipos deberían comenzar a trabajar en estos temas de inmediato’”.

Ocultarlo todo

Ebrard a Pompeo

Después de escuchar a Pompeo, de acuerdo al relato del libro que apenas comenzó a circular, Marcelo Ebrard “preguntó si teníamos que promocionar públicamente el acuerdo de México con nuestros términos, o si su gobierno podía decir que se oponía, sin reconocer ningún acuerdo”.
A lo que, de acuerdo al estadounidense le respondió: “Me importa un comino. Lo que sea que te ayude a nivel interno, eso depende de ti”.

De acuerdo a Pompeo, “Ebrard tuvo varios desafíos. El primero estaba relacionado con la política interna: tenía que proteger a su jefe para que no pareciera que había cedido ante El Norte. En segundo lugar, no podía trabajar con su propia nueva embajadora en los Estados Unidos porque ella se oponía radicalmente a siquiera pensar en un concepto como este.

Hicimos todo lo que pudimos durante nuestras discusiones para mantenerla en la oscuridad. También mantuvimos a otros en la oscuridad, sabiendo que la probabilidad de filtraciones crece exponencialmente de acuerdo con la cantidad de personas que saben”.

Por un lado, Donald Trump quería presumir que había sometido a México, pero por el otro “AMLO no podría admitir que Estados Unidos lo había empujado”. Comprendiendo esto último, el funcionario estadounidense asegura que dedicaron mucho tiempo a utilizar las palabras correctas para dar a conocer la información:

“El plan de Ebrard era simple: México aceptaría en privado permitir que Estados Unidos devuelva a casi todos los migrantes que transitaron de México a Estados Unidos y solicitaron asilo.

“Su principal pedido fue este: no firmaría nada y no habría ningún anuncio público de este plan. Por supuesto, teníamos que anunciar algo.

Necesitábamos articular lo que estábamos haciendo como una cuestión de política, y el público también merecía saberlo. Así que negociamos y llegamos a un acuerdo, redactando un documento para publicación que describía cómo México haría cumplir el plan. Les prometimos ayuda y apoyo estadounidenses. Otro documento dejó en claro que México ‘no se opondría’ a que Estados Unidos devuelva a México a los solicitantes de asilo”.

Pompeo asegura que su jefe, el entonces presidente Trump, cedió y no hizo públicos los detalles de sumisión del gobierno mexicano, y por el contrario le colocaron un nombre amigable: “Permanecer en México” o formalmente conocido como “Protocolos de Protección al Migrante”.

Todos ganaron, asegura, porque el plan funcionó “magníficamente”. “El gobierno mexicano también salvó las apariencias. Era libre de quejarse de nuestra política y de fingir que no la había suscrito. Esta oferta tenía lo que toda buena oferta necesita: algo para todos. Marcelo sabía que para México, la política era dura en el corto plazo. Pero también sabía que estaba ayudando a su país. Tener cientos de miles de personas transitando por su país para llegar a los Estados Unidos no sólo era malo para Estados Unidos sino también para el pueblo mexicano.

Así que para el entonces funcionario estadounidense, las habilidades diplomáticas de Ebrard “en nombre de su propia nación fueron verdaderamente magníficas”.

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