Pese a represión, miles se manifiestan en las calles de Myanmar
En Rangún, la policía disparó de nuevo para dispersar las concentraciones, en las que los manifestantes gritaban: "¡Saquemos al dictador!", en referencia al jefe de la junta Min Aung Hlaing

Miles de manifestantes salieron de nuevo a las calles este domingo contra la junta militar en Myanmar, pese a la sangrienta represión y las redadas nocturnas, que costaron la vida a un miembro del partido de Aung San Suu Kyi.
En Bagan (centro), cerca de un famoso sitio arqueológico con pagodas centenarias, se oyeron detonaciones.
“Un adolescente de 18 años recibió una bala en la mandíbula”, dijo a la AFP el socorrista Ko Ko. Un medio local dio cuenta de “al menos cinco personas heridas”.
En Rangún, la policía disparó de nuevo para dispersar las concentraciones, en las que los manifestantes gritaban: "¡Saquemos al dictador!”, en referencia al jefe de la junta Min Aung Hlaing.
Durante la noche, se llevaron a cabo redadas en la capital económica birmana contra la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi, derrocada el 1 de febrero y detenida en un lugar secreto.
“No sabemos cuántas personas fueron detenidas”, dijo Soe Win, uno de los responsables del partido.
Un responsable local de la LND, Khin Maung Latt, de 58 años, murió. “Lo golpearon y luego lo sacaron de su casa. Al parecer, no sobrevivió al duro interrogatorio al que fue sometido”, dijo Tun Kyi, antiguo preso político.
Otro de los objetivos era un abogado del partido, pero al no encontrarlo, las fuerzas de seguridad “torturaron” a su hermano “porque no había nadie a quien detener”, según un exdiputado.
Los medios estatales advirtieron el domingo a los diputados que no reconocen la legitimidad del golpe de Estado y que crearon un comité para representar al gobierno civil que cometen “alta traición”, un delito que puede acarrear la pena de muerte o 22 años de detención.
El movimiento prodemocracia hizo un llamado a una movilización masiva el domingo y el lunes.
“Si llamamos a la desobediencia civil y a la huelga sin salir a la calle, no es suficiente. Tenemos que mantener nuestro combate al nivel más alto (...) Estamos dispuestos a morir”, declaró a la AFP Maung Saungkha, uno de los líderes de la protesta.
Los medios de comunicación públicos han advertido que los funcionarios en huelga “serán despedidos a partir del 8 de marzo”.
Débil economía
Estas convocatorias de huelga han tenido mucho impacto en sectores de la débil economía birmana, con bancos incapaces de funcionar, hospitales cerrados y oficinas ministeriales vacías.
El miedo está omnipresente: más de 50 personas murieron desde el comienzo de la insurrección pacífica contra el golpe de Estado del 1 de febrero.
En imágenes que circularon en la red se ve a las fuerzas de seguridad disparar munición real contra las protestas y retirar cadáveres de manifestantes.
El Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (PUSD), apoyado por el ejército, participa en los ataques.
Miembros del PUSD mataron el viernes a un representante local de la LND y a un adolescente de 17 años, según la Asociación para la Asistencia a los Presos Políticos (AAPP).
El sábado, las fuerzas de seguridad utilizaron munición real contra los manifestantes, según esta oenegé birmana.
La prensa estatal niega que la policía y el ejército estén relacionados con estas muertes.
Desde funcionarios locales, políticos, periodistas, activistas hasta artistas, cientos de personas han sido arrestadas desde el 1 de febrero, a veces con violencia.
Las personas detenidas en Rangún suelen acabar en la prisión de Insein, donde muchos presos políticos cumplieron condenas bajo dictaduras anteriores.
Ante el deterioro de la situación, algunos birmanos huyen del país.
Unos 50, incluidos ocho policías que se negaron a participar en la represión, llegaron a la vecina India.
Birmania exigió a India la repatriación de los ocho policías “para preservar las buenas relaciones entre los dos países”, en una carta a la que tuvo acceso la AFP.
Unos 100 birmanos todavía siguen hacinados en la frontera con la esperanza de que se les permita entrar en el país.
¿Nuevas sanciones?
Los generales hacen oídos sordos a las protestas de la comunidad internacional, dividida sobre cómo conviene responder.
Estados Unidos y la Unión Europea han anunciado medidas coercitivas, pero algunos observadores piden un embargo internacional sobre el suministro de armas, una decisión que requiere el acuerdo de todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero China y Rusia, tradicionales aliados del ejército birmano y exportadores de armas al país, rechazan hablar de “golpe de Estado”. De hecho la agencia de prensa china se refirió a él a principios de febrero como una simple “remodelación ministerial”.
En Bangkok, miles de trabajadores de Myanmar en Tailandia se manifestaron el domingo ante la representación de la ONU, llamando a la comunidad internacional a actuar con más firmeza.