Unos 30 profesionales de la comunicación murieron en los últimos dos años, la mitad de ellos en México. Los periodistas son blanco frecuente de las mafias en el mundo, así lo dio a conocer este jueves un informe de la Organización No Gubernamental (ONG) Reporteros Sin Fronteras (RSF). Callar o arriesgar la vida, esas son las opciones que tienen los periodistas que investigan sobre la mafia. Durante meses RSF investigó, recabó testimonios de periodistas amenazados y de personas cercanas a ellos. Algunos de estos reporteros viven bajo protección policíaca las 24 horas del día, tras haber sufrido ataques de la mafia debido a sus trabajos. En el informe “Los periodistas, la pesadilla de la mafia”, los profesionales cuentan cómo miembros de grupos delictivos intentaron quemar sus casas, agredieron a sus familias, hablan de sus colegas y familiares desaparecidos, asesinados en represalia por sus escritos. Todos coinciden en que la mafia, que aborrece la publicidad, no se detiene ante nada para hacer callar a los periodistas que considera demasiado curiosos. Los poderosos grupos delictivos no conocen fronteras. En México, Brasil y Colombia, países asolados por los cárteles de la droga, al menos 10 periodistas han sido asesinados en 2018. El año anterior, murieron en el mundo al menos 14 reporteros a manos de las mafias, nueve de ellos en nuestro país, como Cándido Ríos Vázquez, que investigaba el narcotráfico local en el estado de Veracruz, antes de ser asesinado a balazos. RSF da cuenta además de al menos cinco tentativas de asesinatos de periodistas en el planeta por parte de estos grupos criminales, “sin contar las numerosas agresiones y amenazas, así como la destrucción de medios de comunicación”. En su domicilio, en su trabajo o vía las redes sociales, los periodistas en estas situaciones deben elegir entre “callarse o morir”. Europa no es una excepción en cuanto al asesinato de periodistas de investigación: Daphne Caruana Galizia murió en Malta en 2017 por la explosión de su coche; Jan Kuciak fue asesinado, junto con su pareja, en febrero de 2018 en Eslovaquia. Los dos periodistas investigaban oscuras operaciones financieras de la mafia italiana en las que estaban implicados empresarios y políticos. Pero, ¿qué puede hacerse ante los alcances de los poderes de la mafia? En 2006, en Japón, los yakuzas secuestraron y asesinaron al hijo del conocido periodista Mizoguchi Atsushi en represalia por sus investigaciones. Desde entonces, la autocensura es la regla. Esta es la opción por la que han optado algunos periodistas, así fue el caso del director de Norte de Ciudad Juárez tomó la decisión de cerrar el diario tras el asesinato de su colega Miroslava Breach. Sin embrago, otros reporteros, como Pavla Holcova –colega de Jan Kuciak–, siguen empleando su pluma como un arma, convencidos de que continuar realizando sus investigaciones y revelar al mundo entero las actividades ilegales de los grupos criminales, es la mejor manera de protegerse. Claro, que esto supone reducir los riesgos y organizarse. Cada vez más periodistas optan por esto, ponen en común su trabajo y emprenden investigaciones realizadas de forma colaborativa en grandes consorcios internacionales. Una respuesta colectiva frente a los tentáculos de la mafia. NM