México y los alienígenas

30 de Marzo de 2025

Mauricio Gonzalez Lara

México y los alienígenas

MAURICIO

El pasado 26 de abril, la Oficina de Detención y Deportación de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) puso en marcha el Despacho de Enlace para Víctimas de Crímenes por Inmigración, una entidad creada para atender a las víctimas de delitos perpetrados por inmigrantes. Según el gobierno de Trump, la intención de este despacho -VOICE, por sus siglas en inglés- es “darle voz a aquellas víctimas ignoradas por los medios de comunicación”. El despacho, sin embargo, tuvo un inicio accidentado, todo porque puso a disposición del público una línea para reportar “criminal aliens”, sin reparar que el término “alien” no sólo se usa para inmigrantes, sino que es la denominación común para referirse a un extraterrestre o alienígena. En cuestión de horas, VOICE recibió miles de llamadas de broma -así como otros cientos de denuncias “reales”- de personas que habían sido secuestradas por alienígenas.

Creer en extraterrestres es menos intrascendente de lo que parece. Según datos de la Sociedad Estadounidense de Psiquiatría, existen alrededor de cuatro millones de norteamericanos que aseguran haber sido “abducidos” en los últimos 30 años; todos sostienen haber sido llevados a una nave espacial, donde fueron sujetos a intrusiones psíquicas y abusos sexuales de diversa índole, entre otros horrores. Los encuentros se dan en solitario, mientras la víctima conduce por un camino poco transitado o cuando duerme en su cama. La primera señal es la aparición de una luz cegadora que paraliza al individuo. Muchas veces, el “abducido” se descubre en pleno acto de levitación sobre su cama, para después ser transportado hacia un platillo volador de enormes dimensiones. El grueso de los secuestrados no recuerda con precisión lo ocurrido durante los días posteriores a la “abducción”; aunque, conforme pasa el tiempo, la víctima es acosada por destellos de lo que en verdad sucedió. Además de los agravios, los abducidos recuerdan el aspecto de los alienígenas (seres de ojos enormes y de piel verde grisácea), así como la comunicación telepática que mantenían entre ellos.

En paralelo a estos relatos, varios “expertos” especulan sobre la existencia de una gigantesca conspiración para mantener en secreto los experimentos. Las teorías más extremas aventuran que, a cambio de salvar el pellejo, las élites ya han negociado el Apocalipsis: en cuestión de unos años vendrá la “solución final” para eliminar a la raza humana. Inspirados por la Operación Valquiria, plan que intentó dar un golpe del estado contra Hitler -y que se basaba en subvertir un plan de emergencia que suponía ceder el control del país germánico a las milicias en caso de la eventual muerte del führer-, se creará una crisis sanitaria de proporciones bíblicas; una pandemia mortal y en extremo contagiosa, generada por los mismos extraterrestres a partir de sus experimentos con los “abducidos” (los conspiradores humanos serán los únicos que posean el antídoto). Una vez en el poder, la pandemia se propagará, la raza humana será sometida y sólo los conspiradores terrícolas podrán continuar con vida, probablemente en reservaciones, como si fueran animales en un zoológico.

Existe, en menor medida, otro sector que sostiene que los alienígenas son seres bondadosos, casi divinos, cuya intención es sublimarnos como especie. Como relata la periodista Laura Castellanos en su libro Ovnis: historia y pasiones de los avistamientos en México (Mondadori, 2009), esta tesis encontró eco en nuestro país hace 50 años, cuando incluso se llegaron a ver manifestaciones multitudinarias en Reforma para darles la bienvenida a los visitantes del espacio. Hoy, gracias a Trump, México cuenta con nuevas razones para simpatizar con los alienígenas. Extraterrestre, hermano, ¡ya eres mexicano!

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