La pregunta proviene de Rafael Jiménez, publicista y exdirector de Yahoo! México: ¿Cuándo fue la última vez que un argumento expresado en un texto, debate u obra artística te hizo repensar una opinión que considerabas inamovible? La respuesta tardó varios minutos en llegar: no es que ahora crea que Monsanto es una fuente de bienestar mundial ni mucho menos, pero mi opinión sobre los transgénicos ha cambiado sustancialmente desde que un grupo de 109 premios Nobel afirmaron en una carta publicada en junio de 2016 que los alimentos modificados genéticamente constituyen una forma segura de satisfacer las necesidades alimentarias de la creciente población mundial. Quienes se oponen a esas investigaciones, afirmaban los científicos, obstaculizan las labores destinadas a desarrollar alimentos nutritivos para quienes más lo necesitan: “Hay que detener esta oposición basada en la emoción y el dogma que contradice los datos: ¿cuántas personas pobres en el mundo tienen que morir antes de que consideremos esto un crimen contra la humanidad?”.
Los reconocimientos intelectuales generan credibilidad, por lo que la opinión de más de una centena de premios Nobel me obligó a considerar algunos planteamientos que, eventualmente, derivaron en que asumiera una postura más abierta respecto al uso de transgénicos. Ese cambio de opinión, me temo, es la excepción que confirma la regla: vivimos en un mundo donde gracias a los avances tecnológicos pasamos buena parte de nuestro tiempo enfrascados en las más diversas discusiones, y, sin embargo, ¿cuántos de estos debates se traducen en un viraje de postura? Estamos preprogramados: casi siempre vemos lo que queremos ver, así veamos otra cosa. Jiménez es el CEO de Seenapse, un motor de búsqueda que promueve el pensamiento divergente a través de la asociación libre de términos y conceptos. Seenapse parte de un supuesto clave: Internet no promueve la fusión contradictoria que requiere la creatividad; por el contrario, centra su uso en una estructura de búsqueda lineal que, si bien resulta formidable para estructurar el conocimiento de una forma sencilla y accesible, no facilita la idea subversiva que da origen a la innovación. Cuando partimos de un mundo organizado temáticamente –como Internet–, el potencial creativo de concebir algo nuevo es reducido, al punto en que ya ni siquiera es posible expresar un concepto sin que el buscador de Google complete el pensamiento por nosotros. Ahora bien, ¿qué sucedería si la búsqueda nos llevara a un lugar inesperado, que forzara la fusión de lo que pensamos con la idea de alguien más, o mejor aún, con las ideas de cientos/miles/millones de personas? Eso es Seenapse: un lugar para utilizar el conocimiento de los otros y conectar conceptos que no sabíamos que podían ser unidos, o que simplemente descartábamos en función de la sospecha, como diariamente lo hacemos al refugiarnos en las burbujas y cámaras de eco en las que hemos convertido a las redes sociales.
Hace poco más de cinco años, tras una conferencia ofrecida en la Ciudad de México en el desaparecido festival TAG DF, Jiménez tuvo la oportunidad de mostrarle a Brian Eno, el afamado pensador y productor musical, una versión beta de Seenapse. Al término del encuentro, Eno comentó que Seenapse le había recordado una discusión que sostuvo con altos ejecutivos de Amazon, a los que alguna vez conminó a que acompañaran las recomendaciones personalizadas basadas en las preferencias de cada usuario con una opción que permitiera sugerir obras diametralmente opuestas a sus hábitos de consumo. El mundo, señalaba Eno, sería un lugar muy diferente si nos permitiéramos escuchar la opinión del otro sin castrarla de antemano con nuestros prejuicios. Seenapse es un buen sitio para iniciar ese aprendizaje.
*La dirección de Seenapse: https://www.seenapse.it/