El jefe de Broadway

28 de Noviembre de 2024

Mauricio Gonzalez Lara

El jefe de Broadway

En principio, la idea sonaba abominable: Bruce Springsteen, uno de los últimos símbolos de honestidad asociados con el rock, anunciaba a inicios de 2017 que iba a montar un “show” con el fin de revelar, entre canción y canción, viñetas y anécdotas de su vida como si su carrera pudiera ser reducida a un espectáculo frívolo en la tierra de los musicales infectos: Broadway, New York. ¿Sería posible que, al filo de cumplir los 70 años, Springsteen, quizá la última estrella de rock de Estados Unidos siguiera la ruta degradante de su héroe Elvis Presley, quien acabó sus días como cantante residente en Las Vegas, decadente y envuelto en oropel, frente a una audiencia compuesta por jugadores compulsivos y señoras alcoholizadas y calenturientas?

El anuncio, sin embargo, no era ninguna broma. Springsteen on Broadway -montaje unipersonal que entrelaza canciones, historias y confesiones sobre las cinco décadas de carrera del “jefe”- se presentó a lo largo del año pasado en el teatro Walter Kerr, un auditorio con un cupo de 960 espectadores, muy lejos de los estadios de 50,000 personas donde generalmente toca Springsteen en la Unión Americana. El éxito fue descomunal. El precio oficial del ticket era de 80 dólares, pero la reventa nunca bajó de mil dólares por boleto. A no ser que se fuera millonario o un individuo cuyo fanatismo lo orillara a hipotecar la casa, la obra era prácticamente imposible de presenciar. Todo eso cambió el 15 de diciembre, fecha en que Netflix estrenó una versión filmada por Thom Zimmy en sincronía con la puesta a la venta del soundtrack del show. Hora de disculparse. Springsteen on Broadway es un triunfo: un recorrido íntimo y crudo por la vida de una leyenda que se muestra consciente de que su carrera se edifica en múltiples contradicciones, tanto públicas como privadas: un rico que viste ropa de pobre, un cronista de la clase trabajadora que nunca ha trabajado en la fábrica un solo día de su vida, una persona que dice que nació para correr pero que vive a 10 minutos de su hogar de infancia, un hombre del pueblo que se presenta en un teatro donde la entrada valió mil dólares, una persona criada por un padre depresivo y ajeno pero por una madre que era un torrente de generosidad. Springsteen hace música para ambos progenitores, y eso es lo que explica su éxito: a lo largo de su existencia ha sido capaz de generar himnos épicos como Born to run mientras concibe obras íntimas y oscuras como Nebraska y Darkness at the Edge of Town. Todo esto bajo la imagen del obrero estadounidense, la cual, como explica en la primera parte, asume como consecuencia de la difícil relación que sostuvo con su padre: “Emulamos a la persona cuyo amor nos es negado, sea por la circunstancia que sea. Por eso decidí imitar la personalidad de mi padre, quien fue mi héroe más admirado, pero también mi enemigo más grande”.

Springsteen on Broadway se basa en Born to run, la biografía que Bruce publicó en 2017: una reflexión donde aborda con humor y sentido literario lo que significa ser una estrella y cómo embona eso en el alma del país en el que le ha tocado vivir. El montaje contiene quince canciones interpretadas de manera acústica: algunas son grandes éxitos (Thunder Road, Born in the USA), otras son composiciones relevantes de este siglo (The Rising) y otras partes de la discografía menos conocida del artista. Springsteen es acompañado por su esposa Patti Scialfa cuando interpreta dos canciones del Tunnel of Love: Tougher than the Rest y la dolorosa Brilliant disguise. El resultado son 150 minutos ágiles y conmovedores. Springsteen on Broadway es un documento obligado para los fans de Bruce; para el resto de los mortales, el especial es una excelente introducción a uno de los iconos pop más reconocibles de la historia moderna. Toda una limpia espiritual.