¿Cuántas grandes empresas conoce con un ejecutivo de origen indígena en su directorio?¿Cuántas mujeres figuran como líderes de las empresas más importantes del país? ¿Cuántas organizaciones cuentan con protocolos pormenorizados para la inclusión y desarrollo de personas discapacitadas? La cantidad de respuestas, me temo, va de cero a poco menos del número de los dedos de ambas manos. La discriminación —definida como la selección excluyente de una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo o cualquier índole— es una realidad aplastante en nuestro país. De acuerdo con Incluye, organización fundada en 2016 y encabezada por Paola Carranco (quien también es CEO de TalentLab), los datos son alarmantes: ocho de cada 10 personas se sienten discriminadas en México, 54.8% se siente excluido por su color de piel, 23% no está dispuesto a vivir con personas que muestren alguna discapacidad y poco más de un tercio de las mujeres adultas tienen que pedir permiso para salir de día. La discriminación laboral es un reflejo de la exclusión que millones de mexicanos experimentan diariamente.
La situación, sin embargo, comienza a cambiar. Una señal de esto es la misma existencia de una organización como Incluye, conformada por varias instituciones de peso completo (BBVA Bancomer, Walmart, BASF, José Cuervo, AXA, Coca-Cola Femsa, Avon, Aeroméxico, Laureate, entre otras) y cuyo objetivo es “generar conciencia de la importancia de la diversidad e inclusión, así como los beneficios e impacto que genera en el negocio”.
Este 17 de octubre, Incluye organizó el evento “Diversidad e Inclusión: un tema de negocio”, donde representantes de diferentes sectores discutieron los temas más críticos de la agenda. La oradora principal fue Farrah Qureshi, CEO de Global Diversity Practice. Con más de 25 años de experiencia, Qureshi ha trabajado en más de 150 países y se ha especializado en establecer estrategias de inclusión con juntas de consejo y los CEO de varias corporaciones. En entrevista, Qureshi señaló que la diversidad y la inclusión son una necesidad de negocios.
El tema es multifacético, multidimensional y disruptivo. Al respetar y apreciar sus diferencias, las compañías obtienen la orientación necesaria para innovar. La diversidad y la inclusión no sólo son cruciales para integrar una fuerza laboral dinámica, sino para obtener un insight profundo sobre quiénes son nuestros clientes. Las primeras navajas de rasurar, por ejemplo, requerían una enorme cantidad de agua para conservar su efectividad. En países pobres, un alto sector de la población debía escoger entre rasurarse y contar con agua suficiente para beber. La navaja de rasurar evolucionó en función de una mayor empatía con el consumidor. Lo mismo puede decirse de varias compañías del sector alimenticio.
La diversidad e inclusión también potencia la productividad. Una investigación de McKinsey & Company asegura que los negocios con un balance saludable de hombres y mujeres tienen 15% más de probabilidades de sobresalir que aquellas donde predomina el masculino; por otra parte, aquellos con empleados con una buena mezcla de orígenes étnicos tienen 35% más de probabilidades de destacar en su desempeño que sus competidores. No es una coincidencia que las compañías con consejos ejecutivos diversos disfruten de ganancias más altas. Qureshi destacó que, tal y como lo demuestra el reciente escándalo de Harvey Weinstein en Hollywood (donde la complicidad de silencio parece haberse roto de manera definitiva), vivimos un momento de inflexión en materia de acoso sexual. El tiempo para denunciar es ahora; mañana, afirma la investigadora, puede ser demasiado tarde.
@mauroforever