Triunfal, absuelto y adelante

27 de Noviembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Triunfal, absuelto y adelante

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1.

El presidente Donald Trump se dirigió al Congreso insólitamente inmerso en un juicio de destitución como si de un paseo triunfal se tratara. El presidente ganó el juicio sin pelearlo, no hubo, en el real sentido del término, litigio alguno en el Senado, pues la mayoría republicana se mantuvo cohesionada y salvo algunas excepciones, decidieron exonerar a Trump antes que juzgarlo. La votación para desestimar la comparecencia de testigos clave como el exasesor presidencial John Bolton o admitir otros documentos que no hubieran figurado en el engrose previo, evidencia el trasfondo político-electoral de la cuestión.

De esta forma, el presidente Trump no tuvo que demostrar nada, los jueces fueron parciales desde el principio y ninguna prueba por evidente que fuera, sería admitida en los alegatos.

2.

De ahí que el discurso sobre el estado de la Unión versara sobre la nueva grandeza de los Estados Unidos, forjada en los agresivos años de Trump en el ejercicio del poder presidencial. Al igual que en Davos, el discurso presidencial construye una narrativa de éxito sobre cómo la economía norteamericana es la principal locomotora del crecimiento mundial, siendo el mercado más deseado por el resto del mundo para realizar transacciones financieras y comerciales. Ciertamente, la economía norteamericana lleva una década de crecimiento ininterrumpido, tras la profunda caída de la crisis financiera global de 2007/2008, resuelta esencialmente en los años de Obama; lo que se está viviendo hoy es la consecuencia lógica de una reestructuración profunda, extrapolada en el tiempo de Trump con una estrategia comercial agresiva, acomodaticia y proteccionista.

3.

En los años posteriores a la crisis inmobiliaria y bursátil del 2007/2008, el gobierno estadounidense intervino activamente en la economía, comprando activos e inyectando liquidez para evitar un colapso general de la producción y el intercambio global. De esto queda huella en el elevado monto de las deudas públicas de las principales economías del mundo, Estados Unidos incluido, cuya deuda en proporción del PIB es cercana o superior al 100%, es decir, se debe tanto como se produce. Tras lograr equilibrar los números, la administración Obama dispuso de abundante dinero barato para inyectar inversión en terrenos inexplorados, como fueron la extracción de petróleo de piedra (el shale oil & gas del medio oeste) y el desarrollo de tecnologías limpias y de menor consumo energético, cuyo efecto combinado fue el superávit energético y petrolífero de los Estados Unidos y la quiebra del control absoluto de la OPEP en el mercado petrolero.

4.

Con ello y el dominio de las tecnologías de bajo consumo de energía, el mercado energético estadounidense redujo los precios de la electricidad y el gas en casi 30%, dotando de nueva competitividad a las industrias intensivas en uso de petróleo y energía como son los plásticos y derivados, el acero y aluminio y, por supuesto, ciencia y tecnología aplicada en la industria aeroespacial, Silicon Valley y superconductores.

5.

Sobre este boom de diez años y el dominio energético y tecnológico de Estados Unidos, el presidente Trump hizo la guerra comercial para achicar el déficit en las cuentas nacionales, aplicando tarifas e impuestos de frontera para obligar al mundo a pagar esa nueva grandeza. Con el concepto del “comercio justo”, en el que se le debe comprar tanto como se le venda a Estados Unidos, los acuerdos comerciales incorporan ventajas competitivas para llevar empleos, inversiones y beneficios a los trabajadores y clases medias estadounidenses. Así, tras superar el impeachment, Trump arranca hacia la reelección impulsado por su triunfo político y el buen desempeño de la economía, ambos, paradójicamente, obsequios de sus adversarios demócratas.