1. Finalmente, el Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA por sus siglas en inglés y T-MEC en el acrónimo mexicano) entró en vigor desde ayer, 1º de julio del 2020, y tiene una vigencia por los próximos 16 años hasta el 2036, revisable quinquenalmente.
2. El nuevo tratado comercial sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que tuvo una vigencia de 26 años y un impacto transformador neto en las actividades productivas, económicas y sociales en nuestro país, al pasar de ser una economía cerrada y proteccionista a una de las economías más abiertas del mundo, con zonas de alta competitividad en la manufactura, los servicios, el turismo y la producción agropecuaria, que hasta hace poco superaban con creces los ingresos petroleros proveyendo una gran diversificación a la economía mexicana. El comercio trilateral pasó en esos años, de unos 80 mil millones de dólares anuales, a casi 400 mil millones al cierre del año pasado, ciertamente hoy pasmado por el stop mundial que ha significado la pandemia del fatídico coronavirus Covid-19.
3. Tras la llegada al poder del presidente Donald Trump, dio inicio una agresiva negociación, al estilo que el proverbial mandatario describe en el libro “El arte de negociar”, de su autoría por supuesto, yendo de la denuncia del fin inminente del TLCAN, juzgado por él como “el peor tratado en la historia de los Estados Unidos”, a otras amenazas, algunas cumplidas, para imponer aranceles leoninos a los productos mexicanos más competitivos o bien cerrar la frontera, como sufrieron los paneles solares, las lavadoras, el aluminio, el acero y así proseguiría con los automóviles, la cerveza, los aguacates y el tequila.
4. Finalmente, tras lograr asimilar las llamadas “píldoras tóxicas” por la prensa, los tres países se avinieron al USMCA/TMEC y aceptaron la predominancia norteamericana, con reglas de origen en torno al 75%, más o menos 60% del cual deberá ser estadounidense, propiedad intelectual incluidas las patentes farmacéuticas, resolución de controversias en paneles apropiados según la legislación norteamericana, cláusula “sunset” o de extinción cada cinco años, así como salvaguardas ambientales y laborales mediante un comité intersecretarial con revisores especializados que podrían recomendar la interposición de controversias en caso de incumplimiento de cuestiones tales como el trabajo de menores, salarios por debajo de 16 dólares la hora en la industria automotriz, democracia y autonomía sindical, entre otras cuyo objetivo declarado es, según los demócratas en el Congreso, defender a los trabajadores estadounidenses de lo que consideran sería una competencia desleal.
5. Es de esperar que el nuevo tratado comercial signifique para México un nuevo ciclo de prosperidad, recuperación, crecimiento y bienestar. Seguramente, tras el súbito detente de la producción y las exportaciones significativamente impactados por la pandemia global, el T-MEC constituye la mejor oportunidad que tenemos para reactivar la economía, recuperar los empleos perdidos y recobrar también los niveles de producción y exportaciones que se tenían. Nuestra economía no está postrada, la infraestructura productiva es moderna y competitiva, el sistema financiero es sólido y las tasas de interés van a la baja, la fuerza laboral podrá reincorporarse y lo que se requiere son instrumentos como el acuerdo trilateral de comercio para volver a funcionar. Finalmente, como se ha señalado, más allá de las coyunturas políticas, habremos de vivir con el tratado trilateral los próximos 16 años y, como señalan aún las agencias calificadoras más aviesas, pudiera no ser el mejor tratado existente pero sí el mejor tratado posible en las difíciles y extraordinarias circunstancias que nos ha tocado vivir.