1.
Cual maldición bíblica, los presagios de infortunio para la economía mundial y la situación del planeta en general siguen siendo pesimistas, cada vez más. Calentamiento global, un mayor horizonte de hambre y pobreza, riesgos de guerra fría y caliente, pandemia larga, desaceleración en la recuperación económica, desbordamiento de la inflación, dislocamiento de cadenas de suministros y atisbos de recesión. Complejidades concurrentes, dirán algunos, pero aprendices de brujos parecieran estar manipulando tales efectos y no estadistas o políticos de visión angular, quienes debieran estar a cargo para evitar el exacerbamiento de los problemas globales.
2.
Ciertamente, un mundo multipolar surge tras la pandemia y las guerras comerciales unas y de invasión otras, dejando en claro que no es ya una superpotencia la que habrá de dominar la geopolítica mundial. Habrá bloques regionales, América del Norte y Europa con predominio estadunidense y la OTAN renovada ante el neoimperialismo ruso; el Indopacífico con China amenazante ante una coalición de Japón, Australia, India y Estados Unidos; Israel y los moderados Egipto, Arabia Saudita y Emiratos Arabes, ante Siria e Irán apoyados por Rusia y China, respectivamente; el África subsahariana al igual que América Latina, disputando China las zonas de comercio e influencia con Europa y Estados Unidos respectivamente.
3.
En el siglo XX, la confrontación geopolítica sucedió entre ideologías, el capitalismo liberal democrático frente al socialismo realmente existente en la antigua Unión Soviética y China maoísta. Ahora, en el siglo XXI, el choque sucede entre variantes del capitalismo, siendo unos de talante liberal democrático y otros, absolutismos cleptocráticos. La invasión en Ucrania no se da en nombre de la utopía socialista sino reivindicando la dominación territorial del viejo imperio ruso y una cleptocracia oligárquica gobernante, en tanto que el eficiente capitalismo de Estado del centenario Partido Comunista chino se apoya asimismo en reminiscencias imperiales milenarias como fueron la Ruta de la Seda y la extensa franja comercial del océano Indico. Esto es, la pugna en los próximos años se dará entre las democracias y los totalitarismos, entre un capitalismo con libertades y otro capitalismo de oligarquías, cuanto más corruptas, peor.
4.
Entretanto, los ministros de Finanzas y los organismos multilaterales documentan la reducción de expectativas de reactivación de la economía mundial, como si del manual de hacer mal las cosas se tratara. El estimado de crecimiento de la economía global para 2022 se reduce un punto, para situarse en 3.6% e igual cifra para el año próximo, es decir, anticipando el estancamiento. Para México, el estancamiento se situaría en torno al 2% en dicho bienio, no obstante que en conjunto, las economías emergentes estarían mejor situadas, llegando a crecer hasta un 3.8% debido al empuje de China y la India en este segmento.
5.
La razón principal de tales recortes reside en los sucesos de Oriente; en el este de Europa, por el impacto directo e indirecto de la infame invasión rusa a Ucrania, que ha golpeado no sólo las bolsas mundiales sino también el abasto y prognosis de los mercados alimentarios, de energéticos y de materias primas, generando una escasez de suministros y la consecuente alzada inflacionaria. Por otra parte, en China, Hong Kong y las Coreas, la cuarta oleada pandémica de Covid-19 causa estragos y vuelve a paralizar la producción y las cadenas de suministro, causando caos el cierre de Shangai, el mayor puerto del mundo, con repercusiones en similares de San Diego, Los Angeles, Seattle e inclusive Rotterdam, Liverpool y Hamburgo, en donde se acumulan pedidos y contenedores sin salida. Ante ello, la inflación desbocada recorre el mundo y el riesgo estimado de una recesión en los próximos 12 meses ronda 40% en las valoraciones de corredurías como Morgan Stanley.