1.
Lo peor está por venir, dijeron en las reuniones de otoño de las instituciones financieras mundiales en Washington y no obstante el tremendo rigor de los principales bancos centrales para controlar la inflación, el consenso de los analistas de Wall Street es que una recesión es inevitable hacia el primer semestre del año próximo. La probabilidad pasó del 49 al 63% en el último sondeo de especialistas, dada la reciedumbre del fenómeno inflacionario en Estados Unidos no obstante la reducción en los precios de las gasolinas, por ahora en 3.5 dólares el galón (esto es, unos 19 pesos por litro, menor a los 22 pesos el litro tipo magna en México).
2.
La alta probabilidad de una recesión habrá de afectar las previsiones de todas las unidades económicas en el mundo, pues no sólo las elevadas tasas de interés modifican las perspectivas presupuestales –el índice Bloomberg de confiabilidad en la deuda externa pierde 21 % este año– sino que las disponibilidades de financiamiento, el alcance de los proyectos y los plazos para realizarlos se modifican. Piénsese, por ejemplo, en los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible, en el que se requieren financiamientos por seis billones de dólares anuales y la disponibilidad, con estas tasas y condiciones, es prácticamente nula.
3.
Asimismo, atendiendo al célebre axioma electoral de Bill Clinton en la campaña de 1992 contra George Bush padre, “es la economía, estúpido”, las elecciones de medio término en Estados Unidos resultarán muy afectadas, los demócratas perderán el escaso diferencial que tienen en la Casa de Representantes con un riesgo similar en el Senado, lo cual haría de la presidencia de Joe Biden un “pato cojo” con muy pocas posibilidades de proseguir el plan de gobierno y dando al traste con cualquier plan de reelección. Si bien el Partido Republicano se encuentra congelado con la hegemonía de Donald Trump, el voto de castigo a los demócratas habrá de beneficiarle trayendo nuevamente al controvertido magnate de vuelta por la Presidencia, de no ser procesado en alguna de las varias causas legales en su contra, sea por fraude, sedición, apropiación de documentos clasificados, felonía y lo que se acumule. Nada peor para la economía y la paz mundiales que Estados Unidos entren en una situación de polarización y debilidad presidencial, cuando lo que se requiere es un firme y claro liderazgo en los retos por venir, conforme avanza la pobreza, se deteriora el clima, los energéticos se disparan y Rusia y China despliegan fuerzas y recursos en una guerra fría que amenaza tornarse caliente en cualquier momento. Prácticamente desde 1962 no se escuchaban tantos amagos mutuos de destrucción nuclear, con fuerzas de ataque desplegadas por todo el orbe.
4.
La turbulencia mundial también afecta las perspectivas electorales en Brasil. El crecimiento ha caído al 1 %, la tasa SELIC de referencia está en 13.75 % y la inflación en torno al 7 %, a pesar de un fuerte subsidio a los combustibles y la energía así como reducción de impuestos. En ese contexto, los sondeos perfilan el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva al poder con un diferencial de hasta cinco puntos (51 a 46 %) frente al presidente Jair Bolsonaro en la segunda vuelta electoral, al no acreditarse socialmente alguna mejoría.
5.
Hacia adelante, las agencias globales esperan numerosas dificultades; una recesión “suave” hacia el primer semestre del año, la reducción del crecimiento, notoriamente en Estados Unidos y Europa, el posible escalamiento de la guerra en Ucrania, riesgos y saldos del Covid-19, el avance de la pobreza alimentaria y la frágil situación de líneas de abasto y precios de granos y combustibles, además de la postergación de los planes de contención del calentamiento global y de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En suma, habrá que esperar un milagro pero también tener más resiliencia ante otro annus horribilis.