1.
Dado el contexto económico mundial de desaceleración, alta inflación y elevadas tasas de interés, el panorama presupuestal local también se obscurece y apunta a una austeridad severa, prácticamente franciscana en términos coloquiales. Los Estados Unidos se encuentran en una recesión técnica, si se considera el criterio de dos trimestres consecutivos en negativos, en tanto que la Reserva Federal aprieta la economía para enfriar una inflación desbordada como no se observa desde hace cuatro décadas.
2.
En México los impactos habrán de sentirse no sólo en la disminución y ajustes en el crecimiento, el empleo y el ingreso de los mexicanos, sino también en los disponibles presupuestales y la necesidad de sostener el gasto en los aspectos prioritarios para programas sociales y de inversión, afectando otros rubros como educación, salud y aspectos administrativos. Nuestro país no crecerá 4.1%, como estaba previsto en los Criterios de Política Económica, disminuyendo por ende la captación tributaria esperada, si bien los ingresos han sido compensados por el elevado precio del petróleo, parte de los cuales han sido utilizados para sostener el precio de la gasolina y evitar un mayor impacto inflacionario. La gestión hacendaria ha sido estricta y disciplinada, permitiendo el equilibrio macroeconómico y el sostenimiento de una perspectiva favorable para la deuda soberana, manteniendo el grado de inversión del país.
3.
Sin embargo, ante la posibilidad de recesión global, las expectativas para México se están ajustando a la baja. Se esperaba crecer 4.1% este año, lo haremos en torno al 2%; para el próximo año se estará entre 1 y 2%, conforme nuestro principal socio, los Estados Unidos, prosigan lidiando con la alta inflación logrando quizás un crecimiento del 1%. En México la inflación cerrará este año en torno al 9%, con las tasas de interés entre 9 y 10%, ralentizando el crecimiento y empeorando la pobreza. El precio del barril de petróleo, otro indicador presupuestal clave, estuvo este año en 56 dólares siendo el promedio del mercado de 98 dólares (significando 42 dólares extra por barril), dato que muy probablemente se ubicará en el presupuesto venidero en 60 dólares. El tipo de cambio, sostenido por la flexibilidad de la tasa de interés de referencia, sólidas reservas en dólares y la estabilidad de las finanzas públicas, seguirá sin rebasar los 22 pesos. Tales podrían ser los datos clave para el cálculo de los ingresos del 2023 y, a partir de éstos, diseñar el proyecto de egresos respectivo.
4.
Es muy probable entonces que el presupuesto para 2023 sea muy similar en términos reales al de este año, ubicándose en torno a los 7.4 billones de pesos. Las prioridades del Gobierno de la República han sido reiteradas para los programas sociales de apoyos directos así como a los proyectos prioritarios de la refinería de Dos Bocas, el corredor transístmico de Coatzacoalcos a Salina Cruz y el llamado Tren Maya por la península de Yucatán. Sin duda, las prioridades de inversión federales se orientaron hacia el sur y sureste mexicanos, algo que habrá de ser recordado, para bien o para mal, en el balance histórico del sexenio. Es de esperar que para el centro y norte del país, las prioridades consideren mayores inversiones en infraestructura hidráulica, pues ante el cambio climático y el crecimiento poblacional y productivo, la escasez de agua habrá de ser crónica y requiere anticiparse con más embalses y acueductos donde éstos sean necesarios.
5.
Conforme trasciende en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, el paquete presupuestario habrá de considerar los indicadores de inflación y expectativas de crecimiento e inversión, con escaso margen de maniobra toda vez que habrán de continuarse apoyando los programas y proyectos prioritarios del Gobierno Federal. Será, pues, un presupuesto franciscano en tiempos inciertos por una recesión como la que viene.