Por la paz y contra la guerra

29 de Noviembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Por la paz y contra la guerra

1.

Ciertamente, como diría Eric Hobsbawn (La Guerra y la Paz en el Siglo XXI, Ed. Planeta) la historia podría haberse acelerado en múltiples formas y a un ritmo vertiginoso con grandes riesgos para el futuro de la Humanidad, pero resulta en verdad kafkiano que el mundo esté enfrentando el riesgo de una conflagración como en los peores tiempos del conflicto este-oeste, cuando aún se requieren grandes esfuerzos para contener la pandemia de la Covid-19 o las amenazas del cambio climático y la desigualdad prevalecientes. Claro está, no es algo atribuible a uno u otro de los bloques únicamente, sino a las proyecciones geopolíticas en curso entre los grandes poderes económicos y militares. En Ucrania, se juega algo importante en busca de un nuevo acomodo en el desorden global prevaleciente, de una parte, Estados Unidos y la Unión Europea, del otro, Rusia en el escenario europeo y China en el indopacífico.

2.

Entretanto, en lo inmediato, la Organización Mundial de la Salud llama a los países en pugna a ser altruistas y aportar los cerca de 16 mil millones de dólares necesarios para vacunar al 70% de la población mundial, señaladamente en los países de menores recursos. El mecanismo Covax, pensado para ello, requiere recursos para lograrlo. Es claro que con sólo una fracción de los recursos hoy destinados al traslado de tropas y equipos a los potenciales frentes de una guerra que nadie dice querer, las vacunas podrían llegar a todas partes. Hasta el momento, Covax ha dispuesto de unos 800 millones de dólares y ha distribuido mil millones de dosis. Si se quiere controlar la pandemia en 2022, habrá de destinarse más dinero para proveer pruebas, tratamientos y vacunas a todos.

3.

Ahora, lo que al principio se consideraba una temeridad, el modelo sueco de contención del virus para facilitar la inmunidad de rebaño mediante el cual se redujeron los riegos y las muertes de mejor manera que en otras latitudes, es lo que se estaría buscando; lograr la inmunidad de rebaño, sea con vacunas o por superación de la enfermedad dado que se cuenta con tratamientos conocidos y aseguibles. Pero aún se requiere distribuirlos equitativamente para evitar que existan zonas de potencial recarga del virus, como fueron en su momento la India con la variante delta o Sudáfrica con la ómicron, de mayor contagiosidad pero menor letalidad.

4.

Hubo también un momento en que se propuso fueran las Fuerzas Armadas de los países más poderosos los que apoyaran con la logística y el personal para llevar las vacunas a todas partes (Virus Forever, Foreign Affairs, junio 2021). Y, dado que la Covid-19 será un virus que se quedará para siempre, lo mejor sería lograr, como lo propone la OMS, vencer solidariamente al virus y terminar con la emergencia sanitaria mundial. No es una mala idea que los ejércitos bien equipados y entrenados del mundo vencieran al virus en vez de enfrentarse entre sí. Tal es, sin duda, una quimera, dada la lógica y naturaleza de la confrontación geopolítica, pero no deja de ser un propósito para el futuro; que existan ejércitos para la paz, la salud y el desarrollo en el mundo, en un nuevo equilibrio estratégico y de respeto que a todos nos hace falta.

5.

Sin duda, tal es el clamor de las sociedades y población civil en todas partes. La guerra nunca es virtuosa, siempre resulta en una calamidad, refiere Tolstoi en su célebre épica de Guerra y Paz (1868) pero siempre es posible atajar sus horrores. Si todos ceden un poco, Ucrania puede ser neutral y con ello salir de la sinrazón de la confrontación militar y tornar a la sensatez del diálogo, la cooperación, y la interdependencia para asumir causas comunes, como lograr la recuperación económica y el desarrollo responsable y sostenible, vencer al coronavirus, y enfrentar el cambio climático con la imprescindible revolución productiva, alimentaria y de las costumbres necesaria para adaptarnos y no perecer en el intento.

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