1.
Conforme se perfilan las reuniones de primavera de los organismos financieros internacionales, de las agencias calificadoras e instituciones bancarias, va siendo claro que la economía global resultará inevitablemente afectada por al menos tres situaciones críticas: la pandemia, la guerra y la inflación, todas de inescrutable pronóstico. De entrada el mercado descuenta una reducción de expectativas de crecimiento global de por lo menos un punto (del orden de 4 a 3%; en México, del 3 al 2, quizás hasta 1%), pero el impacto de una inflación desbordada y las presiones adicionales a commodities y cadenas de suministro de alimentos, energía, vacunas, medicamentos y otros podría restar varios puntos más.
2.
Por regiones, unas saldrán más afectadas que otras. En lo que respecta a la pandemia, no sin temor se está gestando otra ola de contagios en Asia, pues China, Corea del Sur y Hong Kong por lo menos se encuentran en emergencia por la proliferación de variantes del coronavirus, países que insistieron en la estrategia de Covid Cero, es decir, aislamiento extremo de la población y vacunación intensiva para crear zonas libres del patógeno, lo cual ha probado no ser la mejor estrategia para el mediano y largo plazos, que requieren inmunidad de rebaño sólo alcanzable al haberse inoculado de 70 a 80% de la población. De lo contrario, advierte la OMS, el coronavirus dispone de reservóreos en donde se desarrollan las mutaciones y se extienden los contagios en olas sucesivas, siempre tan letal una como la otra. El caso es que se está alertando ya una cuarta inoculación y la no relajación de las siempre útiles medidas sanitarias e higiénicas.
3.
La infame invasión de Rusia a Ucrania golpeará a todos, pero más duramente a la economía europea, con especial impacto en Alemania y Francia, países con mayor intercambio con los rusos. Los análisis refieren que ambos podrían registrar un decrecimiento del 1.4%, casi como el stop económico durante la pandemia, dada la gran dependencia de los suministros de gas, petróleo y alimentos eslavos. El devenir de la guerra ha mostrado que tanto Europa como Ucrania y Rusia tendrán que absorber cada vez mayores costos económicos, humanos y sociales. La respuesta coordinada de Occidente ha mostrado una cohesión no vista hace varias décadas entre los Estados Unidos y Canadá, los países del Commonwealth británico, el espacio Schengen y la Unión Europea para sancionar al país agresor y hacerle ver que, cualquiera sea el resultado de la guerra, el precio por reincorporarse a la economía mundial será aún más alto. Es previsible que pronto se logre un acuerdo para poner fin a la agresión, que involucre la neutralidad de Ucrania, algún status especial para el Donbás y la Crimea en disputa así como las reparaciones de guerra a adoptar, sin dejar de lado la manera cómo Rusia podrá reintegrarse a la comunidad internacional, algo que no será necesariamente automático.
4.
Una inflación general y mayores tasas de interés han desbordado las previsiones. Lo que se pensaba sería un efecto temporal del reajuste de la economía tras una prolongada pandemia, se ha tornado en algo más estructural, pues el dislocamiento de cadenas de suministro por la guerra ha traído nueva aversión al riesgo en las economías de mayor empuje en el mundo. Los países democráticos y abiertos no podrán confiar sin más en los países totalitarios y opacos, que hacen rehenes de los demás conforme se afecten intereses en supuestas áreas de influencia. Ello habrá de obligar a la reasignación de inversiones y factorías en zonas de mayor estabilidad y confiabilidad, algo en lo que México podría resultar beneficiado dada su preciada ubicación entre las principales regiones del futuro, la cuenca del Pacífico, América del Norte y Europa occidental.
5.
Crear confianza y certidumbre resultará fundamental en el reacomodo mundial que se avecina. Esperemos estar listos.
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