1.
El mundo no está listo para un sinnúmero de cuestiones y problemas globales que no habrán de resolverse por sí mismos, sino que requieren de un acendrado componente de cooperación y corresponsabilidad. La Organización Mundial de la Salud advierte en un informe al respecto, sobre los aún tímidos esfuerzos realizados para reformar el sistema internacional de salud y prevenir las amenazas de nuevas pandemias, los cuales han sido lentos y fragmentados.
2.
La pandemia de Covid-19 aún no ha terminado y en numerosos países, el nuestro incluido, ya se le da por resuelta, cuando aún existen otros muchos en los que el nivel de vacunación e inmunización es muy reducido o no se conoce, por falta de pruebas, qué es lo que está pasando. De hecho, la aplicación de vacunas se ha convertido en el mejor preventor de casos graves, pero no de contagios, los cuales siguen en altísimos niveles. La OMS teme estas oleadas de contagios al suceder mutaciones graves con la letalidad mostrada por el virus en otras etapas y variantes.
3.
El grupo de expertos de la OMS denuncia la escasa coordinación y decisiones erróneas adoptadas por las diferentes autoridades nacionales, lo que propició que la pandemia de Covid-19 alcanzara dimensiones catastróficas. Han muerto 6.5 millones de personas documentadas de manera directa por la enfermedad y se estima que la cifra podría llegar hasta a 14.5 millones al considerar el “exceso de mortalidad”, que incluye muertes de personas que no habrían sucedido de no darse el Covid-19, es decir, son atribuibles a deficiencias de los servicios de salud, mala atención o falta de medicamentos o tratamientos adecuados a otros padecimientos o comorbilidades como enfermedades coronarios crónicas, la diabetes, obesidad y problemas renales. En México, las cifras registradas por la Secretaría de Salud llegan a 325 mil muertes directas y a setecientos mil si se considera el exceso de mortalidad. Como diría el New York Times, esos números representan un dolor incomensurable, que todos estamos padeciendo por tercer año consecutivo.
4.
La evaluación de la OMS sobre los esfuerzos realizados advierte el riesgo del exceso de confianza cuando el virus aún sigue infectando a millones de seres humanos. Las vacunas, ya se sabe, cayeron en el juego geoestratégico y se aplicaron primero a quienes podían pagarlas y luego a los países aliados, bloqueando a los adversarios, proceso en el cual quedaron de lado los países más vulnerables en África, Asia y América Latina, cuyas tasas de vacunación oscilan entre 20 y 40%, contrastando con el 65 a 80% alcanzado por los países más ricos.
5.
Y hoy, las autoridades sanitarias nacionales continúan jugueteando con las cifras y levantando prevenciones que, se dice en el reporte, están sentando las bases para otra pandemia. En gran medida se tienen las mismas herramientas y el mismo deficiente sistema preventivo que existía en diciembre de 2019, cuando se gestó y expandió la Covid-19. Ahora se vislumbran rebrotes de viruela o de gripe aviar que ponen a temblar a las autoridades sanitarias y a los científicos, porque, al igual que sucedió con la Covid-19, de propalarse otro virus contagioso y de letalidad desconocida, el mundo simplemente no estará preparado, ocupado como está en entender y resolver las consecuencias del stop económico y la recuperación, los reconfinamientos, la ruptura de cadenas de suministro y de producción, el dislocamiento de logísticas de distribución y transporte marítimo, aéreo y terrestre; todo agravado por las búsquedas neoimperiales de Rusia al invadir Ucrania o de China al amagar Taiwán y el Indopacífico, generando sendas crisis financiera, energética y alimentaria como preludio de una recesión. ¿Podrá entenderse ahora sí que el aleteo de una mariposa (o murciélago, si se prefiere) puede provocar huracanes en todas partes? Nunca como ahora urgen el diálogo, los compromisos y los estadistas que los hagan posibles.
