1.
La lucha contra la inflación global está dando resultados. Paulatinamente, los escenarios catastróficos se mitigan y las perspectivas auguran la posibilidad de un aterrizaje suave, alejando el riesgo de recesión abierta. Los mercados están reaccionando favorablemente recuperando valor y el peso, apoyado en una tasa de referencia del 11 %, tres puntos por encima de la inflación de 8 %, está mostrando su mejor nivel desde 2018, en torno a los 18 pesos por dólar. Pero todo esto podría ser sólo una burbuja si se bajara la guardia. Para Jerome Powell, titular de la Reserva Federal estadounidense, cuando ya se ha hecho el principal esfuerzo no es aún el tiempo de relajarlo, por lo que las tasas de interés tendrían que ir más allá de lo anticipado en los Estados Unidos, para acercarse al 6 % si los datos de empleo y consumo aún siguieran sobrecalentando la economía.
2.
Empero, los mercados otean un mejor horizonte, impulsados por el fin virtual de la emergencia general causada por la pandemia de Covid-19; la apertura de China, quien fuera el primer y último eslabón en la larga cadena de contagios, muerte y carencia de suministros, así como el moderado propósito de crecer sólo 5 % planteado en la estrategia del país asiático por el régimen de Xi Jingping al aperturar las sesiones plenarias del Parlamento que, entre otras cosas, habrá de elegirle Presidente por un tercer periodo e incrementar el presupuesto militar para enfrentar la “represión occidental”. En conjunto, estas medidas podrían recuperar de uno a dos puntos el crecimiento global, algo que en un contexto de grandes desafíos geoestratégicos y existenciales, indudablemente resulta viento fresco para economías como la nuestra.
3.
Enlazados como estamos a la principal locomotora del mundo mediante vínculos geográficos, productivos y comerciales, señaladamente por el Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC para nosotros, USMCA por sus siglas en inglés), las perspectivas mejoran sensiblemente; con gran cautela, el Banco de México estima un crecimiento entre 1 y 2 % para México, los actores del sector privado le sitúan en 1.5 % en tanto que las autoridades hacendarias se la juegan y eliminan el riesgo de recesión, apostando por un crecimiento del 3 %. En palabras del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, sólo una recesión global, que no la cree, haría tropezar las nuevas proyecciones y por el contrario, se observa el empuje de la inversión pública y privada.
4.
Ciertamente, los fundamentos macroeconómicos del país son bastante sólidos; se tienen reservas superiores a 200 mil millones de dólares, una estructura de país estable y abierto a las inversiones, las ventajas de la cercanía con el principal mercado del mundo así como un tratado comercial vigente (nearshoring y friendshoring simultáneos) y una praxis monetaria autónoma e implacable, todo lo cual permite nutrir cierto optimismo macro.
5.
La cuestión será si la economía de todos los días, la de las personas, podrá resistir el tiempo necesario para que los resultados lleguen a la mesa. Una inflación de 8 % y tasas de interés del 11 % merman la capacidad adquisitiva, amén que los precios de los satisfactores básicos los tornan inalcanzables. En el mercado mundial, los precios de los alimentos reflejan la situación, afectados por los conflictos geoestratégicos como la invasión rusa a Ucrania y el calentamiento global, estando el maíz blanco en 266 dólares la tonelada, 41 % más que en 2018 cuando cotizaba a 167 dólares; el trigo en 326 dólares la tonelada, 45 % más que hace tres años a 178 dólares; el frijol pinto se sitúa en 782 dólares la tonelada, 26 % más caro que en 2018 a 471 dólares, por citar algunos básicos. Con ello, las personas seguirán asimilando el mayor costo de la policrisis, persistiendo la erosión del ingreso familiar y el malestar social implícito, preludio de ciclos políticos impredecibles.