La ONU en la encrucijada

2 de Diciembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

La ONU en la encrucijada

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1.

Con los temas del impacto terrible de la pandemia provocada por la Covid-19 y la inminente recuperación por venir, tiene lugar en Nueva York la 75 edición de la Asamblea General de la ONU, considerando la participación virtual o a distancia de los principales jefes de Estado en el mundo. Por su naturaleza y peso específico, destacan los de Estados Unidos, China y

Rusia, las potencias protagónicas del momento cuyo actuar afecta a todos los demás países.

2.

El presidente Donald Trump se presentará porque necesita hacerlo, necesita mostrarse como líder en la peor circunstancia desde la Gran Depresión, salvo la II Guerra Mundial. Trump está en campaña, se juega su reelección y no las tiene todas consigo; está rezagado en las encuestas y su mejor apuesta es por un milagro: que se cuente con una vacuna o tratamiento efectivo a tiempo o que una recuperación económica vigorosa muestre signos pronto; de lo contrario, su derrota ocurrirá como la profecía autocumplida, en la cual habría hecho todo lo necesario para ser derrotado. Conforme al delirio de grandeza, es previsible que su discurso sea el imaginar un mundo gozoso con el liderazgo estadounidense y los tributos a aportar por el privilegio de comerciar en ese mercado, otrora abierto y ahora controlado por amenazas y aranceles.

3.

En contraste, el presidente de China, Xi Jinping, no se preocupa por someterse al juicio de los electores, habiendo asegurado la reforma constitucional para ejercer el cargo de manera vitalicia. Habrá de mostrar lo anunciado hace algunos días, la victoria de su país ante el coronavirus iniciado en su país en condiciones aún poco claras, para mostrar al mundo una magnanimidad oriental y ofrecer la vacuna a todos los países, no obstante carecer de protocolos aprobados por la OMS. China se ha preocupado en los últimos años por atraer a los Países No Alineados, que numéricamente son la mayoría del mundo; con ello busca reducir el apoyo a su rival estratégico, los Estados Unidos, cuyo mercado se ha propuesto dominar. Se mostrará agraviada por el hostil “comercio justo” de Trump y hacer valer lo declarado en Beijing hace apenas un año; China no le teme a nadie y disputará su lugar en el liderazgo mundial. Ahí están los choques fronterizos con la India, el asedio a Hong Kong y las maniobras en el Mar de China como sendos mensajes a quien quiera leerlos.

4.

Rusia no se queda atrás. El presidente Vladimir Putin asistirá también a distancia, beneficiario de piedra en la confrontación sino-estadounidense así como de la benevolencia del amigo Trump, necesitado de las capacidades cibernéticas y de manipulación de audiencias mostradas en las elecciones presidenciales de 2016. Putin también ha modificado la Constitución rusa para mantenerse en la Presidencia hasta 2036, se apropió de Crimea sin ambages y apoya el fraude electoral de Lukashenko en Bielorrusia, sin que la ONU y los países de la OTAN apenas protesten. Además, Rusia concurrirá también con una vacuna por ofrecer al mundo, la Sputnik, si bien carece de los necesarios protocolos de validación de la OMS sin los cuales es apenas un remedio experimental.

5.

Más allá del lucimiento de las potencias, lo que al mundo le urgen son soluciones tangibles a los inmensos problemas planteados por la Covid. El secretario general, Antonio Guterres, advierte sobre el riesgo de perder todo lo avanzado en años en el combate a la pobreza y en el desarrollo de las regiones más vulnerables del mundo en África, América Latina, el subcontinente indio y el Medio Oriente. Se habla de la inminencia de otra década perdida y retrocesos dramáticos en el empleo, ingreso y condiciones de vida de decenas de países y varios cientos de millones de personas. Urge, y en ello debieran coincidir las potencias en la gran pugna geopolítica, un Plan Marshall para el mundo. Ojalá existieran estadistas a la altura de tal encomienda.