1.
Henry Kissinger cumplió cien años de edad, siendo considerado un gurú o un ave de las tempestades según se le mire. Sin duda de notable influencia en los círculos políticos y académicos occidentales, ha sido un maestro de la Real Politik al estilo de Metternich, Bismarck o Churchill, por citar algunos, cuyas ponencias y acciones han influido en gran medida en los acontecimientos humanos. Siendo hoy un viejo sabio, vale la pena conocer su perspectiva sobre algunos de los más ingentes problemas contemporáneos. En una larga entrevista con The Economist, explica cómo podría evolucionar la guerra en Ucrania, qué puede suceder con Rusia, el rol que China está asumiendo y el devenir de algo tan inquietante como es la inteligencia artificial (IA), temas que habrá de abordar en dos libros de próxima aparición.
2.
En su opinión, la actual situación de extremos en tensión es comparable con la existente antes de la Primera Guerra Mundial, cuando nuevas potencias buscaban abrirse espacio en un orden internacional dominado por los imperios coloniales de entonces (británico, francés, austro-húngaro, ruso y turco, sobre todo). En tal situación, ninguna de las partes tenía un amplio margen de concesión política y cualquier perturbación del equilibrio arrojaría graves consecuencias, como de hecho sucedió no en una sino en dos grandes guerras mundiales.
3.
Ahora, prosigue Kissinger, en el conflicto de Rusia con Ucrania, más allá de lo injusta que es la invasión, la guerra probablemente terminará con Rusia perdiendo muchas de sus ganancias pero conservando Sebastopol, la principal ciudad de Crimea y base de la flota del Mar Negro, dejando una Rusia disminuida y una Ucrania profundamente insatisfecha, es decir, un balance de insatisfacción. En tal sentido, más convendría tener a Ucrania en la OTAN para evitar decisiones nacionalistas sobre reclamos territoriales, lo cual también resultaría útil para Rusia al asegurarle que no habría revanchas o situaciones de riesgo para la seguridad en una nueva frontera con la OTAN.
4.
Respecto de China, sin duda la potencia emergente más consolidada en las últimas décadas y con capacidades económicas, militares y científicas suficientes para buscar un rol creciente en el mundo, el ex secretario de Estado artífice del vuelco hacia China en los años 70, se muestra alarmado por la competencia y rivalidad cada vez más intensa con los Estados Unidos. Tal será el mayor peligro para la paz, si es que no logran pronto un entendimiento cooperativo. En mucho, dice Kissinger, el futuro de la humanidad depende de que estos dos gigantes logren llevarse bien. La percepción de que China quiere dominar el mundo es errónea, considera Kissinger, pues no busca una dominación mundial al estilo hitleriano; en realidad, lo que China quiere es ser más poderosa conforme al pensamiento propiamente chino, más cercano a Confucio que a Marx, en el sentido de alcanzar la máxima capacidad de su país y ser respetados por sus logros, lo cual, manejado con sagacidad, puede llevar a un novedoso equilibrio cooperativo.
5.
El advenimiento vertiginoso de la Inteligencia Artificial, señala Kissinger, les deja a ambos países sólo un periodo de cinco a 10 años para lograr un acuerdo. China y los Estados Unidos son dos tipos de potencia que en otros tiempos habrían llegado de manera inevitable a una confrontación, pero hoy no puede ser, debido a la destrucción mutua asegurada y la aparición de la IA. Si la IA irrumpe en condiciones de rivalidad extrema, ello puede significar un riesgo incalculable, pues estamos en el comienzo de una era en la que un pensamiento-máquina podría causar mucho más que la sustitución de puestos de trabajo, algo como una peste global u otras pandemias, amén de la destrucción nuclear. Por ello, concluye Kissinger con la fría mirada propia de la Real Politik, las circunstancias exigen líderes responsables, que intenten, sobre todo, evitar el conflicto.