1.
Como si no hubiera suficientes amenazas globales, ahora ha cundido el temor ante la Inteligencia Artificial (IA), al grado que sus creadores, desarrolladores, patrocinadores y científicos del más alto nivel están alertando sobre un posible riesgo de extinción. La Inteligencia Artificial aún no es tal, pues todavía es un complejo algoritmo que busca emular el pensamiento humano, apoyado por procesadores y computadores de gran potencia y velocidad, al grado que realmente parecen estar vivos y en procesos interactivos o hasta creativos.
2.
Hasta hace poco considerado como un hito propio de la ciencia ficción, hemos configurado una percepción apocalíptica de las posibilidades de una IA maligna, entendiendo ésta como un sistema de toma de decisiones al margen de las pasiones y contenciones humanas. De esa forma es que filmes como Terminator, Matrix o Inteligencia Artificial, ésta última de Steven Spielberg, nos han advertido que, una vez creado, el pensamiento-máquina podría rápidamente superar los controles humanos e intentar destruirnos, al ser nosotros la causa de los problemas que queremos resolver.
3.
Por ejemplo, en el caso del cambio climático, por décadas no ha sido posible aplicar las medidas de mitigación y remediación acordadas, teniendo claro que el elevado consumo de recursos y productos propio del capitalismo ha incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), responsables de la elevación paulatina de la temperatura global. Si casualmente un sistema de IA estuviera a cargo, podría decidir que siendo el elevado consumo humano la causa de emisión de los GEI, entonces reduciendo la población se reduce el consumo y por ende la emisión de gases, es decir, una medida apocalíptica. En algunos ejercicios de simulación de sistemas de defensa, ha sucedido que la IA decide eliminar al controlador, es decir, el operador de un dron militar, porque considera que las contenciones humanitarias para minimizar pérdidas de vida son un límite para la misión, que es destruir al enemigo.
4.
Lo cierto es que la IA es hoy una gran preocupación. Los dirigentes del G7 abordaron el tema en la última reunión realizada en Hiroshima y decidieron crear un grupo de trabajo especializado para la regulación y control de esta innovadora tecnología. Los propios creadores como Sam Altman de OpenAI y potenciales beneficiarios como Elon Musk han llamado a establecer una moratoria hasta contar con regulaciones confiables, muy preocupados por el impacto que una utilización descontrolada podría generar. El menor de los problemas sería la sustitución de personal por unidades de IA, algo que podría suceder tan pronto como en cinco años; ciertos chats generativos del tipo ChatGPT de Open AI, Bard de Google o Bing de Microsoft podrían sustituir, analiza Goldman Sachs, tanto como un cuarto de los empleos realizados hoy por los humanos, sobre todo en tareas administrativas o repetitivas, si bien también creará más productividad y nuevos empleos.
5.
El caso es que, por vez primera en la historia, nuestra especie podría enfrentar una amenaza de su propio calibre, otra inteligencia capaz de cambiar la situación. Los algoritmos actuales de IA, en la fase de sustituir tareas repetitivas, aún no lo son, pero conforme se pase a etapas superiores de desarrollo y alcancen capacidades cognitivas, podrían plantear profundos riesgos para la sociedad y la humanidad. Y al alcanzar un tercer nivel en superación constante y consciencia, la inteligencia sintética iría más allá en capacidad y rapidez, multiplicable en forma exponencial. Este es el tamaño del miedo, ¿seremos capaces de controlar y gobernar una inteligencia no humana eventualmente superior? Al respecto, Henry Kissinger, el proverbial ex secretario de Estado, alerta que la IA será inevitable, por lo que hay que prevenir y anticiparse pues una utilización descontrolada o en malas manos puede significar peores problemas.
