Incertidumbre y porvenir

24 de Octubre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Incertidumbre y porvenir

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1.

A Lenin se le atribuye el aforismo de que “existen décadas en que nada pasa y hay semanas en donde pasan décadas” aludiendo a los vertiginosos días de la revolución de octubre en 1917 cuando se derrumbó el vetusto Imperio Ruso. Algo igual se habrá dicho en diciembre de 1991 al implosionar y desaparecer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ahora, razona Richard Haass, el mundo se encuentra en medio de una década en la que podrían suceder centurias. El peligro hoy proviene de un rápido declive del orden mundial, más aún cuando tal declive confluye con viejos y nuevos desafíos, complicando sobremanera el hacerles frente (Foreign Affairs, “una década peligrosa”, sep/oct 2022).

2.

Cabe señalar que el orden mundial prevaleciente proviene de un consenso internacional alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de las potencias del eje Roma-Berlín-Tokio al costo de 40 millones de vidas, economías nacionales arrasadas y los horrores del Holocausto y el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. Había mucho por reconstruir y los países suscribieron la Carta de las Naciones Unidas a finales de 1945, estableciendo principios de soberanía, integridad territorial, derechos humanos y libertades económicas, políticas y sociales buscando erradicar todo aquello que llevó a la guerra y al horror de los años precedentes. Como suele suceder, tal orden mundial sería garantizado por los poderes emergentes y vencedores de entonces, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, la URSS y China continental, quienes hasta hoy constituyen el núcleo con poder de veto del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

3.

Este orden mundial hoy en crisis ha sobrevivido 77 años y superado el terror nuclear de la guerra fría, el choque entre bloques ideológicos, la desaparición de la URSS y la “emergencia de los otros”, como llama Fareed Zakaria al desarrollo de numerosas otras naciones desde entonces, prevaleciendo el capitalismo y la economía de mercado junto al ideal de bienestar y equidad antes en conflicto. En este orden internacional ha acontecido el desarrollo asimétrico de los países, la enorme desigualdad y el crecimiento acelerado de la población mundial (somos ya ocho mil millones de personas frente a dos mil 500 millones de 1950), como también la aceleración de la historia y de la ciencia como nunca antes, yendo de los transistores a la cibernética, la robótica y la revolución de las comunicaciones y el conocimiento propios de la gran aldea global contemporánea.

4.

Ahora, somos testigos del resurgimiento de algunos de los peores aspectos de la geopolítica al viejo estilo: competencia entre grandes poderes, ambiciones imperiales, pugnas por los recursos naturales (petróleo, alimentos, materias primas). Rusia y China son encabezados por gobiernos autoritarios despóticos, quienes quieren volver a tener esferas de influencia y cotos vedados como antaño hicieron los desaparecidos imperios ruso y chino. En estos países los contrapesos internos han desaparecido y sin controles los dirigentes hacen lo que les place. Rusia en guerra desafía a la OTAN y China se ha embarcado en la búsqueda de la supremacía mundial.

5.

Pero esto no es todo ni lo peor. Ahora, los riesgos geopolíticos confluyen con otros desafíos contemporáneos globales, como son el cambio climático, las pandemias y la proliferación nuclear además de guerras como la invasión a Ucrania que rápidamente podrían escalar a un holocausto nuclear, ante lo cual la diplomacia y el diálogo fallan por las crecientes rivalidades que hacen imposible el cooperar y trabajar juntos, el confiar entre sí y facilitar las transacciones como una era de interdependencia y solidaridad mutua requiere. Más aún cuando en Occidente la democracia, su panacea, es cuestionada y está en riesgo como no se había visto desde el siglo XIX. Mucho habrá que reinventar para no ser arrollados por la historia.

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