1.
En lo que es un buen diseño político para reducir presiones pre y poselectorales, los franceses van a las urnas este domingo en una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en la primera y que por sí solos no alcanzaron el 51% de los sufragios emitidos. En este caso, fueron el aún presidente en funciones, Emmanuel Macron, quien obtuvo el 28% de los votos y la candidata de la Agrupación Nacional (de derechas), Marine Le Pen, quien alcanzó el 24%.
2.
No es poco lo que está en ciernes, siendo el futuro de Francia, de la Unión Europea y del orden multipolar que está emergiendo tras las crisis del Covid y de la invasión rusa a Ucrania lo que está por definirse. Macron representa la consolidación del modelo europeo apoyado en el núcleo francoalemán desde que ambos países transitaron la posguerra para constituir la comunidad del acero y el carbón, de donde posteriormente emergería la Comunidad Económica Europea y de ahí, la actual Unión Europea. La cooperación, interdependencia y mutuo respaldo han sido la base de un proyecto de sociedad futura igualitaria, próspera y de bienestar. En el caso de Le Pen, la postura difiere al apoyarse más en el nacionalismo francés, propio de la tradición soberanista rayana en la xenofobia y el francocentrismo; en cuyo caso, Europa puede esperar.
3.
Ahora, la carrera presidencial torna a sus básicos; los que están con Europa o contra ella; o en la otra visión, con Francia o contra ella. Macron lleva un buen hándicap, no obstante el impacto de la guerra en Ucrania, con la inflación rampante, los altos precios de la energía y en los alimentos; en realidad, si por la economía fuera, el presidente francés pagaría un alto precio electoral. Sin embargo, Macron puede ser odiado, pero es respetado por el manejo de las dificultades económicas para amortiguar el golpe en el bolsillo de los franceses promedio, el control de la pandemia y el desempeño en los asuntos europeos ahora que Francia preside la Unión, que han llevado el nivel de aprobación por encima del 40%, más alto que sus dos predecesores en el cargo en similares circunstancias, Francois Holland y Nicolás Sarkozy. El caso es que las tendencias en las encuestas apuntan hacia Macron, quien obtendría un 53% de los sufragios, frente a una siempre inquietante derecha con el 47%. Lo que en definitiva impulsará a Macron es la cargada de la nueva izquierda de Jean Luc Mélenchon, quien ha llamado a no dar ni un solo voto a las derechas.
4.
Algo relevante en el espectro político francés ha sido el colapso de las estructuras partidistas históricas; tanto el antiguo partido gaullista, los Republicanos, como los Socialistas, han caído drásticamente en las preferencias electorales. En 2017, los partidos Republicano y Socialista capturaron entre ambos el 26% de los votos; ahora escasamente lograron un 7%, sin alcanzar siquiera el reembolso de los gastos de campaña.
5.
En dos meses vendrán las elecciones a la Asamblea Nacional. Los 577 representantes podrían tener una distribución disímbola, muy parecida a los porcentajes logrados en la primera vuelta más que a la segunda. En junio, el presidente francés podría contar con un 30% de las curules, con un 22% de la nueva izquierda de Francia Insumisa de Mélenchon, para enfrentar al bloque de derechas con predominio de la Agrupación Nacional, los republicanos y otros extremismos. El avance de los populismos de izquierda o de derecha refleja un descontento profundo por lo prolongado que han sido las crisis recientes, la ya larga pandemia y ahora el impacto de la invasión rusa, que hará retroceder en al menos 1% las expectativas previas de crecimiento estimadas en torno al 2% en Europa. Los seguidores de Le Pen y de Mélenchon podrían representar un 45% de las bancas en la Asamblea Nacional; al surgir el Primer Ministro de la mayoría parlamentaria, podríamos pronto estar viendo una coalición o una cohabitación con el centrismo de Macron.
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