1.
Conforme al calendario electoral del INE, en unos días concluye el periodo de precampaña, en el cual irónicamente los partidos realizarían procesos internos para elegir a sus candidatos a la Presidencia de la República. Esa pausa, en que no debiera haber actividades de proselitismo alguno, deberá concluir el 29 de febrero, pues en marzo dará inicio la campaña formal abierta a la Presidencia de la República. ¿Habrá quien acate las disposiciones legales?
2.
Todo indica que no, los partidos y principales actores políticos adoptaron una praxis para darle la vuelta a la ley, en la que prácticamente todos han incumplido de alguna manera las disposiciones legales, contando con la aquiesencia de los órganos electorales que debieran velar por el cumplimiento de la ley, que son el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quienes, en una controvertida resolución validaron criterios para regular lo que estaba sucediendo cuando se incumplían los tiempos establecidos, se realizaban acciones de campaña abierta y se tenían campañas mediáticas.
3.
Pasamos abruptamente de la cultura del discreto “tapado” a la de los cínicos “destapados”, actuando mediante lagunas en la regulación interna de los partidos, en donde se inventaron cargos inexistentes en estructura como fueron las coordinaciones “en defensa de” o “para la construcción de”, para definir de manera muy anticipada las principales opciones de los bloques de gobierno y de oposición. Todos atestiguamos esos procesos inéditos en los que los aspirantes de tirios y troyanos fueron “destapados” desde Palacio Nacional, se realizaron acciones de proselitismo, se gastaron muchos millones de pesos y se hicieron encuestas muy alineadas con los intereses en juego, hasta que, hacia octubre, ya se tenían definidas las principales candidaturas, Claudia Sheinbaum por el bloque del gobierno y Xóchitl Gálvez por el de oposición. ¿Y la ley? Pues preveía que el proceso interno, calendarizado por el INE, debería iniciar el 20 de noviembre y concluir este 20 de enero con la elección de la candidatura de cada formación política. Paradójicamente, el partido Movimiento Ciudadano, no obstante los absurdos antidemocráticos de su manejo cupular, es el que mejor cumplió la legalidad electoral al definir su candidatura en el tiempo en que correspondía hacerlo, recayendo en Jorge Alvarez Maynez mediante un controversial fosfodedazo.
4.
En el trayecto, las casas encuestadoras y las mañaneras han llenado el espacio propio de las contiendas electorales. Las primeras, midiendo lo que aún no se puede medir, que son las tendencias electorales cuando aún no hay candidatos formales, para lo cual recurren a simulaciones o careos de dudosa procedencia y financiamiento oscuro, revelando cifras como si las elecciones hubieran ya ocurrido. En éstas, según sea la encuesta, ubican a la candidatura oficial con 20 a 25 puntos de diferencia, y en algunos casos muy notorios, transfieren llanamente
la popularidad presidencial y le otorgan la mayoría calificada a la candidatura oficial.
5.
Lamentablemente, en la campaña presidencial, que iniciará formalmente el próximo 1 de marzo, no habrá candidaturas independientes, que son una buena manera de llevar aire fresco a la política. Para mal, nuestras instancias ciudadanas no han funcionado, excesiva y burocráticamente reguladas con requisitos inalcanzables, como el recabar casi un millón de firmas validadas por el INE sin contar con el tiempo y recursos suficientes para hacerlo. Es así que el script electoral ya está listo, ahora sí los electores tendrán en la boleta una pugna entre tres que en realidad serán dos: de una parte, la candidatura del continuismo oficial de Claudia Sheinbaum con el apoyo subsidiario antiPRIAN de MC, y por la otra, la candidatura del cambio con el bloque opositor de Xóchitl Gálvez, quien buscará hacerla con la esperanza de construir un mejor país.
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