1.De las batallas de agosto y estos días de septiembre surgen los últimos números de las encuestas, que, como señalan quienes las levantan e interpretan, no constituyen predicciones, sino sólo trazos gruesos de las tendencias observables al momento de recoger los datos. Lo que nadie puede hacer, créanme, es quedarse parado y aceptar que los datos de hoy vayan a ser también los de 10 meses adelante. 2.Las mediciones de Buendía & Laredo, Consulta Mitofsky, Demotecnia y Parametría muestran, primero, que la popularidad de Enrique Peña y la imagen gubernamental ha detenido su caída y se recupera algunos puntos, conforme el imaginario popular es capturado por la lógica de la sucesión presidencial y el nuevo juego del “tapado” que se ha desatado. A ello abonan la consolidación del fiel de la balanza en la decisión central del problema de sucesión, al haber cambiado las reglas de la selección del candidato, abierto los candados que establecían militancia y pertenencia comprobable al partido y establecido los roles de cada quien en las pasarelas, habilitando a unos, alejado a otros y decantado a varios más. El senador Emilio Gamboa, cual destapador de ilusiones, dejó en cuatro las posibilidades de quienes compiten: el exrrector José Narro Robles, el titular de Educación Pública, Aurelio Nuño; el secretario de Hacienda y aspirante sin partido, José Antonio Meade, así como el secretario de Gobernación Miguel Angel Osorio Chong. 3.Por su parte, el inefable señor López sigue siendo puntero en las mediciones y careos frente a otros aspirantes es una verdad a medias, pues empieza a registrar el asedio de los rivales. Hasta en Los Simpson imaginan que podría ser electo si las cosas siguieran como están, pero lo cierto es que sus preferencias no crecen, se mantiene en la zona de los treintas, siendo prácticamente el único candidato presidencial en campaña abierta cuando sería de esperar que tuviera mejores datos, pero las encuestas muestran que sigue persistiendo una franja notable de indecisos, entre 20 y 30% de los probables votantes. Que no crezca y que haya tantos indecisos es una mala señal para quien se presenta como si ya hubiera ganado, perdonando vidas, repartiendo puestos y definiendo políticas sobre qué va a recortar, modificar o enfrentar, sean las pensiones de los expresidentes, la Reforma Energética o la hostilidad del presidente Donald Trump, respectivamente. 4.En la contracara, la preferencia por partidos muestra al PAN en primer sitio, seguido de Morena, con el PRI en tercer lugar y PRD en cuarto a la par del Verde, Movimiento Ciudadano, PT y los demás. Además, la estrategia del frente Perrepán trabaja y aglutina preferencias incrementando la brecha y planteándose como un serio adversario frente a Morena, con el PRI y sus aliados varios puntos abajo, el rival más débil por el que pronto tendrán que ir los dos primeros. 5. Por fortuna, poco de esto habrá de pasar. Las diferentes lógicas políticas muestran que otras cosas habrán de suceder, como es la materialización del llamado Frente Ciudadano por México que se propone ir más allá de las elecciones mediante el impulso al gobierno de coalición. También, que algún candidato ciudadano independiente lograra cristalizar, proveniente de las rupturas o desprendimientos que suelen presentarse en estos casos o bien, que en el PRI las cosas transitaran de manera tal que se lograra un candidato con imagen, fuerza y presencia para aglutinar una coalición competitiva para aspirar al triunfo, todo lo cual habrá, necesariamente, de cambiar los escenarios con los que hasta ahora han trabajado las encuestas. Lo más importante, parece olvidarse, es que los ciudadanos elijan. La incertidumbre en los resultados es lo propio en las democracias. Sólo los autoritarismos suelen pretender que hay resultados anticipados.