1.
Si algo lastima de inmediato el ánimo ciudadano, lo es el golpe en el bolsillo, el alza indiscriminada de precios y sobre todo, en los alimentos básicos que suelen ser un componente inelástico en el presupuesto familiar; cuando aumentan los precios o se destinan mayores recursos y se postergan otras necesidades o simplemente se deja de comer y se da paso a la hambruna. El primer efecto se percibe en el incremento de la población en situación de pobreza, en tanto que el segundo es sencillamente una tragedia, sobre todo cuando es propiciada por cuestiones que bien pudieron ser evitadas.
2.
En este caso, a la aceleración catastrófica de los precios de los alimentos y combustibles que ya tenía lugar en los últimos años, se ha sumado el quebranto en las cadenas de abastecimiento de insumos y materias primas por la invasión rusa a Ucrania, que ha puesto en jaque a Europa y a dos de los principales productores y exportadores de granos así como de fertilizantes, metales y energéticos. Esto significa que se habrá afectado no solo el actual mercado de alimentos sino también el de futuros, pues la planeación de siembras por venir ha debido absorber el crecimiento desmesurado de los costos de producción, dada la escasez de fertilizantes y semillas, que en principio han triplicado sus precios. Como ha señalado el secretario general de la ONU, António Guterres, la alteración del mercado alimentario afecta de inmediato a cientos de millones de las personas más vulnerables de todo el mundo.
3.
Los precios internacionales de los productos agrícolas, al igual que los energéticos, son altamente sensibles a las situaciones estacionales y a los conflictos internacionales, siendo parte importante de las estrategias geopolíticas. El maíz blanco y amarillo ha variado desde un promedio de 155 dólares la tonelada en 2020, hasta 334 dólares al cierre de marzo de 2022, más que duplicado los precios, pues 75 dólares se debieron al impacto de la pandemia de Covid-19 y 100 dólares más se causaron en el primer trimestre de este año por el impacto de la invasión rusa.
4.
En lo que se refiere al precio internacional del trigo, éste pasó de 200 dólares la tonelada en 2019, a 273 en 2011 y se disparó a 445 dólares tras la invasión a Ucrania; es claro que la complicación en los embarques por la guerra y por las sanciones a Rusia y la falta de certidumbre en las futuras siembras elevaron los precios más del doble. Respecto al sorgo amarillo, que con el maíz amarillo son el principal insumo para la producción de cárnicos y lácteos, el precio pasó de 164 dólares la tonelada en 2020, a 314 dólares en 2021 y 356, actualmente. En el caso del frijol americano, la tonelada se fue de 763 dólares en 2019, a 1800 en 2020 y hasta a 1885 variedad negro y dos mil 658 variedad pinto por el impacto de las complicaciones de certidumbre y abasto tras la invasión rusa. En tanto que la soya, indispensable en las regiones asiáticas, el precio pasó de 315 dólares la tonelada en 2020 hasta los 663 dólares actualmente.
5.
Esta situación refleja la complejidad de las distorsiones en los mercados, siendo una verdadera tragedia para los países y personas más vulnerables. Ante una inflación por arriba de lo imaginable, en torno al 8% en el promedio global y buscando evitar el desequilibrio prolongado en las cadenas de suministros, los bancos centrales se aprestan a combatir la inflación restringiendo el crecimiento económico mediante el incremento de las tasas de interés, lo cual, ya se ha dicho, puede resultar en una recesión en los próximos meses. Como suele suceder, los mercados no esperan y la cautela obliga, yendo los inversionistas hacia activos seguros como los bonos de la Reserva Federal, en tanto las Bolsas registran caídas de entre 8 y 15% en lo que va del trimestre económico. Tal es la forma, unas veces como tragedia y otras como comedia, en que el efecto de la guerra suele filtrarse en la vida cotidiana.
