El mundo de Xi

25 de Noviembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

El mundo de Xi

1.

En China tendrá lugar en los próximos días el XX Congreso del Partido Comunista Chino, con más de 100 años de haber sido fundado y siete décadas en el centro político de un férreo sistema de dominio planificado de singular éxito en el mundo abierto e interdependiente actual. El sistema ha sabido interactuar con las democracias y los países no alineados, al haber combinado el control político con la apertura económica, es decir, al construir un capitalismo de Estado eficaz, capaz de exigir sacrificios y grandes esfuerzos con tal de alcanzar un mejor futuro. Dicho en palabras chinas, se postula no comer hoy la cena de mañana. Un mítico Mao Zedong lideró la larga marcha popular para hacerse del poder y expulsar a los nacionalistas, hoy refugiados en Taiwán, quien fue seguido por un reformador, Deng Xiaoping, impulsor de la apertura y diversificación económica compatible con la dictadura o dirección, como le dicen, del partido único.

2.

Tras ellos, otro líder carismático, Xi Jingping, escaló en la jerarquía del partido y ha sabido imbuir mística milenaria a la pretensión de un nuevo orden mundial en el que China sea un jugador preponderante, al extraer de la grandeza del pasado –la ruta de la seda y la franja comercial hacia la India, Arabia, África y ahora América Latina—las bases para una potencia comercial, financiera, tecnológica y militar desplazando inclusive al liderazgo estadounidense. En ese camino, el régimen de Xi ha declarado el fin de la pobreza extrema en el país y hacia 2030 se propone ser “una sociedad medianamente acomodada” para que en 2050, China ocupe el lugar deseado en el dominio global. En el ámbito geoestratégico, China ha acumulado poder al pasar de ser un país en vías de desarrollo a convertirse en la segunda o tercera potencia económica y comercial, según se le mire y ha puesto al mundo en un brete, primero con la pandemia de Covid-19 originada por un descuido quizá involuntario en los laboratorios virológicos de Wuhan, y luego al convertirse en la gran beneficiaria y protagonista de la nueva guerra fría con Estados Unidos y tras la invasión rusa a Ucrania, que la vuelve casi el fiel de la balanza.

3.

En ese contexto, Xi Jingping va por su tercer mandato al hilo en una república que se define “democrática” pero al ser “popular”, la elección se vuelve una ratificación por los dos mil 300 delegados designados al XX Congreso del PCCh. Para Xi, será un paseo triunfal, pues es previsible obtenga la aclamación al presentarse como vencedor del virus con mano dura pero sin tener, oficialmente, los millones de muertes habidas en el resto del mundo, además de erradicar la pobreza y poner a China en una carrera parejera por la hegemonía mundial.

4.

Como buen autócrata, Xi Jingping concentra el poder en sus manos. Es secretario general del Partido Comunista, presidente de la Comisión Militar Central y presidente de la República Popular de China. A través de él, el pueblo gobierna a mil 400 millones de chinos e influye en el resto del planeta. Ello le convierte en, dicen algunos analistas, el hombre más poderoso del mundo, casi un emperador de la dinastía Ming y, tras 10 años en el poder, su pensamiento y figura se han vuelto omnipresentes, han sido plasmados en la Constitución y se proclaman para definir un solo país y una sola China, que pronto habrá de engullir a Taiwán.

5.

En el siguiente plan quinquenal, en el país de Xi habrá énfasis en el camino hacia la hegemonía pues, golpeada primero por la pandemia de Covid-19 y luego por la guerra en Ucrania, la economía global deberá enfrentar una recesión con menor efecto en China, que aún así habrá de crecer un 4.5 %. La cuestión es si en el país de Xi podrá sostenerse indefinidamente el férreo control interno y la supresión de libertades como un modelo plausible y para exportación pues, en Occidente al menos, además de una buena cena son imprescindibles la democracia y las libertades.

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