El hombre en la luna

28 de Noviembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

El hombre en la luna

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1.

En estos días hemos recordado la llegada del hombre a la Luna, sin duda una de las grandes efemérides del siglo XX, que permitió pensar en la pronta expansión de las fronteras terrestres. Como en una tendencia positivista, el progreso humano sería interminable y la ciencia ficción pronto una realidad.

La hazaña científica y tecnológica aceleró la historia. Nos hizo ver que así como era posible una catástrofe nuclear en el peor tiempo de la Guerra Fría, también podían lograrse grandes beneficios y nuevas soluciones a los viejos problemas que nos aquejan desde siempre. No deja de ser

una paradoja, sin embargo, que tal logro fue también un resultado de la confrontación entre dos superpotencias y sendas ideologías, en una carrera contrarreloj por llegar primero a nuestro satélite. Como se decía en el gobierno de Kennedy, quien llegara primero siempre sería el primero en haber llegado, de ahí la importancia entre archirrivales para aplicar ingentes recursos a tal cuestión, para asumir también el liderazgo tecnológico en numerosos campos.

2.

De la carrera por la Luna surgieron numerosos desarrollos industriales en la aeronáutica, las comunicaciones, los transportes y hasta en los productos cotidianos. Nuevos materiales, ultraligeros y sintéticos, modificarían el diseño y el confort en los hogares, preparando el camino a lo que pronto sería la cuarta revolución industrial, la industria del conocimiento basada en chips, computadoras y telecomunicaciones en un pequeño ordenador portátil y al alcance del público en general; por supuesto, ello hizo posible los procesos automatizados, la robótica y la innovación casi infinita en que nos vemos inmersos hoy en una sociedad de las comunicaciones instantáneas y la tecnología ubicua. La carrera por la Luna nos preparó para asimilar lo que no se creía posible, para apropiarnos de la posibilidad de un futuro luminoso, sin darnos cuenta de que en realidad sería una de las cruentas fuentes de la de-
sigualdad moderna.

3.

Cómo no recordar al respecto que, 10 años después del alunizaje estadounidense de 1969, en nuestro país se discutía si debíamos seguir un programa aeroespacial o si esta tarea era demasiado para un país en vías de desarrollo con grandes e ingentes problemas; la misma discusión se libraba en países como China y la India con similares problemas a los nuestros. Nosotros decidimos invertir casi nada en ciencia y tecnología y el programa espacial mexicano no existió realmente hasta hace apenas cinco años, cuando entró en funciones la Agencia Espacial Mexicana.

4.

Entretanto, China y la India emprendieron un programa aeroespacial ambicioso, enfrentados a las críticas de prácticamente todo el mundo, pues aplicaron grandes cantidades a desarrollar ciencia y tecnología cuando también debían enfrentan problemas de desarrollo, pobreza y distribución del ingreso con una población mucho mayor que la nuestra. Hoy se vive lo que se hizo o dejó de hacer; China desarrolló su programa aeroespacial y es una de las grandes potencias mundiales, en tanto que la India tan sólo acaba de lanzar el cohete Chandrayaan-2 para llevar al Polo Sur lunar un robot científico, convirtiéndose en el cuarto país en “tocar” tal superficie. Obsta decir que aparejado al desarrollo de estos programas espaciales, las industrias y los sistemas educativos y científicos chinos e indios se han desarrollado proporcionalmente, retribuyendo con creces las inversiones realizadas.

5.

Estados Unidos va ahora a Marte. Trump, queriendo emular a Kennedy, trazó el objetivo de volver a la Luna y desde ahí, ir a Marte. El complejo aeroespacial mexicano es invitado a participar fundamentalmente con talento humano y desarrollos específicos en robótica y nanotecnología. Algo hicimos, pero no lo suficiente.