El efecto Hood Robin

2 de Diciembre de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

El efecto Hood Robin

1.

La recuperación económica enfrenta un riesgo mayor ante una inflación desbordada, alimentada por varios factores disruptores, que van desde la reactivación continua del coronavirus Covid-19 hasta la escasez de materias primas y medios de transporte, que han encarecido los fletes hasta en diez veces los costos previos a la pandemia. El caso es que, de no contenerse a tiempo, una recesión sería inminente, truncando lo que se pensaba sería un aterrizaje suave de la economía mundial en los próximos dos años. En países como el nuestro, esto podría significar prácticamente no crecer en estos años, al haberse registrado una caída combinada de 8.6% los dos últimos años y acumular un rebote de 5 y 3% en 2021 y 2022, con menguadas expectativas para los años siguientes.

2.

Al respecto, los bancos centrales de prácticamente todos los países se aprestan a enfrentar y contener la inflación como prioridad máxima, acorde al sentido originario de su razón de ser en el sistema monetario internacional. Para ello disponen de diversos instrumentos, entre los que destacan el uso de las reservas internacionales para sostener la paridad de las divisas, el control de los flujos monetarios mediante “cortos” en el circulante, la compra de activos así como el manejo de las tasas de interés. En los tres primeros casos el balance se traslada a la estabilidad económica, en tanto que el último el costo lo cubren los usuarios finales de las transacciones económicas.

3.

La inflación es en realidad un impuesto general a todas las transacciones económicas, de ahí que pega directamente en el bolsillo de los consumidores. Pero genera, además, un efecto Hood Robin o Chucho el roto, pues le quita a los pobres para acumularle a los ricos. Es en tiempos de crisis cuando la riqueza de quienes más tienen se incrementa, afectando desproporcionadamente a los más vulnerables, que dependen sólo de su esfuerzo para subsistir. De ahí que el número de pobres se haya incrementado con la pandemia y habrá de seguir aumentando conforme avancen en el horizonte la inflación, la recesión y hasta una depresión económica.

4.

Pero no hay remedios mágicos, alguien tendrá que pagar los platos rotos y, como se ve, los bancos centrales han optado porque sean los usuarios finales del dinero y por ende, los consumidores. Prácticamente se está acabando el tiempo del dinero barato, cuando las principales tasas de referencia estuvieron en cero o muy cerca de cero. El principal banco central indicador, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED por sus siglas en inglés) anunció el próximo inicio del incremento en las tasas de interés para controlar la inflación, cercana al 7% en este país, que podría echar por tierra no sólo la reactivación económica impulsada por la administración Biden, sino hasta las elecciones intermedias y la frágil mayoría demócrata en el Congreso. La inflación, parafraseando a Biden, es un recurso formidable… para los republicanos.

5.

En seguimiento al planteamiento de Jerome Powell, presidente del FED, los bancos de Wall Street revisaron hacia arriba sus expectativas y consideran que la tasa podría quedar, de 0.25% actual, hasta 2.75 a 3% para finales del año. Ello implica en países como México, con un diferencial de tasas de referencia de por lo menos cinco puntos, que la tasa del Banco de México tendría que ubicarse en 7.75 a 8%, cuando actualmente está en 5.5% y se esperaba que cerrara el año en 6.25 por ciento. En la Zona Euro, el Banco Central Europeo probablemente anunciará también el incremento de tasas, en línea con el Banco de Inglaterra, que se espera las incremente en lo inmediato en un cuarto de punto a 0.5%, por lo pronto. El corolario es que subirán tanto el servicio de la deuda como el costo del dinero, en una situación de bajo crecimiento e ingresos menguados, poniendo a prueba tanto las finanzas públicas como las familiares. Tal es el efecto Hood Robin.

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