Ecos de Indonesia, competir sin confrontar

9 de Marzo de 2025

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Ecos de Indonesia, competir sin confrontar

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1.

En Bali, Indonesia, se reunieron los dirigentes de las 20 economías más grandes del mundo, responsables de la generación del 80% del producto global. Ahí se reflejaron las tensiones, preocupaciones y contrastes geopolíticos prevalecientes que habrán de redefinir las relaciones internacionales en las próximas décadas. Tan relevante como la ausencia de los presidentes de Rusia, Brasil y México lo fue el encuentro entre las dos mayores potencias, Estados Unidos y China, dispuestos a encauzar su rivalidad por la vía competitiva por encima de la conflictiva. Sin duda son buenos deseos, pues históricamente se ha visto que cuando de ordenar el mundo se trata, prevalecen los intereses, la fuerza militar y económica y las alianzas por sobre cualquier otra consideración. Así fue en Viena en 1815, Versalles en 1919, Potsdam en 1945 o Malta-Paris en 1989 y 1990.

2.

Sobre la mesa se encontraron los grandes temas globales, en los que prevalece el desacuerdo. De la reunión COP27 realizada en Sharm el Sheikh se obtuvieron proclamas pero no resultados para al menos contener el calentamiento global. Nada de un pacto de solidaridad climática, mucho menos los recursos fluidos para transitar a una economía sustentable basada en energías limpias. El enviado estadounidense, John Kerry, fue muy claro al señalar que no habrá fondos globales a título gratuito para mitigar o remediar el pasado climático, no obstante que son Estados Unidos y China los responsables de la mayor parte de emisiones de gases de efecto invernadero en estos momentos. No son, ciertamente, los únicos responsables, pero sí los más evidentes y renuentes a remediar lo que hacen.

3.

En materia de salud, apenas se convino un pírrico fondo por mil 400 millones de dólares para apoyar a países pobres o en vías de desarrollo en caso de suscitarse otra pandemia, cuando se requieren por lo menos 35 mil millones para crear un sistema de alerta temprana que evite precisamente las pandemias. Poco se ha aprendido de la actual, todavía en curso. Covid-19 mostró que sin cooperación internacional y alerta temprana es casi imposible detener una pandemia, la cual cede una vez que se ha infectado la mayoría y se ha alcanzado la inmunidad de rebaño a un altísimo costo humano. Se necesita mayor supervisión global tanto en prevención como en los laboratorios de virología donde suelen manipular patógenos y en las prácticas de ganadería y avicultura con contacto intenso entre animales y seres humanos, en donde se requieren acciones de sanidad e inocuidad de alta gama.

4.

Y en materia económica, tal y como lo han machacado las agencias internacionales, el futuro es también incierto y difícilmente se ve cerca un final feliz. La falta de acuerdos nutre la desconfianza y el pesimismo mundial, pues cada país o economía relevante que se desalinea (v.gr. Rusia), afecta de manera desproporcional al conjunto. De esta forma, las posibilidades de una recesión en los próximos meses nublan el horizonte, ante una altísima inflación aún persistente, la desaceleración general del crecimiento y la continuidad de la invasión rusa en Ucrania, con un efecto inmediato sobre las cadenas de suministro de materias primas, repuestos o partes fundamentales como los semiconductores y, lamentablemente, también en fletes, energéticos y alimentos. Los altos precios y las complicaciones del abastecimiento refuerzan la posibilidad de hambrunas en ciertos países de África, el Caribe y regiones de Asia, la India, Bangladesh o Pakistán.

5.

El futuro es incierto, siempre lo es, pero más lo será si prevalece la falta de cooperación, tan necesaria en la interdependencia como en la construcción de soluciones factibles. Quizá muy pronto llegue a ser necesaria otra gran conferencia para reordenar las fichas en un mundo multipolar por dirimirse principalmente entre Estados Unidos y China, quienes por ahora ofrecen competir y no confrontar.

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