1.
La tercera ola de la pandemia causada por el coronavirus Covid-19 cunde por todas partes y está poniendo a prueba, una vez más, las capacidades institucionales para hacerle frente y evitar se acreciente el saldo letal que ha tenido hasta el momento. Los especialistas han señalado que, conforme la población no alcance la inmunidad de rebaño, las distintas variantes en que el virus va mutando se irán haciendo más letales y prolíficas, el reducirse la eficacia de las vacunas disponibles para atajar sus efectos. Las variantes Delta y Lambda se están diseminando aún entre quienes han sido vacunados, afectando cada vez más a poblaciones jóvenes, quienes anteriormente se suponían menos afectables. El caso es que cuando la salida del túnel se veía cerca, nuevamente están regresando medidas preventivas y restrictivas, como la reducción de movilidad y contacto, el confinamiento, la higiene profunda y el uso de cubrebocas en las actividades cotidianas.
2.
Pero las cosas no son iguales en todas partes. Como ha sucedido antaño, quienes más afectaciones sufren son los países con menor capacidad económica y altos niveles de pobreza. Ya se ha visto que la distribución de las vacunas ha seguido las reglas del mercado, es decir, los países con más recursos han acaparado la producción y han dispuesto del mayor número de lotes, no obstante lo cual, por otras razones, no han logrado alcanzar la inmunidad de rebaño. En Estados Unidos, teniendo dosis para alcanzar el total de población vacunada, han logrado inmunizar alrededor del 55%, sobre todo por resistencias de carácter personal ajenas a la disponibilidad de vacunas. En Francia, se ha optado por hacer obligatoria la vacunación, sancionando a quienes no lo hagan con la obligación de permanecer confinados o con limitaciones a la hora de ir a trabajar o asistir a lugares públicos. En otros países de la Unión Europea se está optando por hacer obligatorio el carnet de vacunación o “pasaporte Covid” como popularmente le han llamado.
3.
Cuando inició la pandemia, se temía que los países más vulnerables tendrían los impactos más fuertes en cuanto a saturación de hospitales, carencias del personal médico y la gran cantidad de muertes asociadas. Esto, por fortuna, no ha sucedido del todo así conforme a los datos disponibles, en los que se aprecia que hay menos muertes per cápita en países de ingresos medios y bajos, que en aquellos con mayor ingreso y riqueza, quizás porque quienes más viajan, buscan diversiones o hacen turismo son oriundos de éstos últimos.
4.
Sin embargo, los países en vías de desarrollo serán los más afectados social y económicamente por la pandemia. Según estudios del Fondo Monetario Internacional, el malestar social se ha incrementado después de cada pandemia en el pasado, fuera el SARS, el H1N1, el MERS, Ebola o Zika, sobre todo en los países con alto nivel de desigualdad. Y la Covid-19 tiene mayor potencial que todas estas enfermedades combinadas para incrementar la pobreza, profundizar las brechas sociales e intensificar los conflictos.
5.
La escala y severidad de la recesión causada por la Covid-19 es mucho mayor que otras crisis económicas desde la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo en octubre, el Banco Mundial estimó que el índice de pobreza global se elevaría por primera vez en veinte años, pues el paro provocado por la pandemia empujaría a 150 millones de personas por debajo de la línea de flotación. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, estima que los objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS) pactados por los países para 2030, no podrán ser alcanzados, teniendo que reprogramarse y refinanciarse muchas de las acciones que debieron haberse emprendido hace dos años y que habrán de esperar por el cambio de prioridades. Es decir, el crecimiento económico podrá recuperarse, pero el incremento neto de la desigualdad sólo augura futuros problemas.
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