1.
En un contexto de fuerte control de la inflación, al fin una buena noticia: uno de los mayores riesgos para la economía mundial parece estarse alejando. La profecía para un aterrizaje suave de la economía en Estados Unidos y por ende, prácticamente en el resto del mundo, se ha ido materializando. Hace un año, la inflación corría rampante por todas partes, llegando o superando inclusive el 10 % en los países con economía abierta. Ello motivó una intervención drástica de los bancos centrales, quienes asumieron un ciclo agresivo de elevación de la tasa de interés de referencia, yendo de casi nada a niveles altísimos: 5.5 % en Estados Unidos, 4.5 % en la Zona Euro, 11.25 % en México, 13.5 % en Colombia y hasta 18 % en Turquía, cifras no vistas en décadas.
2.
Pero la intensidad de la amarga medicina ha logrado estabilizar al paciente e iniciar el proceso de desinflación, que si bien aún durará más tiempo, prácticamente ha eliminado el riesgo de recesión, que habría implicado un choque económico global con costos mayores. La inflación, ese despiadado impuesto no consultado ni aprobado por nadie, afecta más a quienes menos tienen, al encarecer los productos, bienes y servicios esenciales. Tras un año de sostener el esfuerzo antiinflacionario, los datos muestran que se reduce sostenidamente, llegando a 5% en Estados Unidos, 6% en la Zona Euro y similar cifra en México y otros países de América Latina.
3.
Es aún pronto para pensar que el problema se ha resuelto y que las tasas de interés empezarán a bajar, pero significan el principio de una solución duradera. Las tasas de interés es muy probable que detengan su ascenso, entrando en una pausa de sanación, tras lo cual empezarán a reducirse conforme el comportamiento de la producción y el empleo lo hagan posible. El primer semestre de 2024 habrá de servir para corroborar que el riesgo de recesión ha desaparecido, con lo que podría considerarse que habrán pasado los principales efectos del ciclo inflación-recesión-decaimiento de expectativas.
4.
Lo relevante ahora es que la Reserva Federal ya no espera una recesión, con lo que los mercados asumen la reducción de riesgos y podrá hablarse de desaceleración y de un aterrizaje suave. Ello impactará en la política interior de Estados Unidos, al poder realizarse las elecciones presidenciales sin la presión de una debacle económica, agregando el mérito, además, de haber evitado una recesión. E impactará en los procesos electorales de otros países, como México o Rusia, también con elecciones presidenciales en 2024.
5.
Ciertamente, aún subsisten otros riesgos geopolíticos, como son la invasión rusa en Ucrania, el expansionismo chino en Asia Central y el Indo-Pacífico, las amenazas a Taiwán, las posibilidades de otra pandemia, el calentamiento global, el mercado petrolero y el impacto creciente en los precios de los alimentos, sobre todo aceites y granos. Pero en estos momentos, se percibe una distensión en estos frentes que estarían perfilando soluciones. Por ejemplo, sobre la guerra en Ucrania, es evidente el desgaste del esfuerzo bélico en los países beligerantes pero también en los países de la OTAN. Es así que se buscan salidas diplomáticas, que de alguna manera pudieran plantear un arreglo, revisándose de facto el armisticio que prevalece entre las dos Coreas, ya con 75 años. En el lejano oriente, los acercamientos entre Estados Unidos y China anticipan, como señalara el ex secretario de Estado Henry Kissinger, un entendimiento próximo para despresurizar las tensiones militares y comerciales prevalecientes. Sobre el calentamiento global, el evidente caos climático hace imprescindibles acuerdos verificables en la próxima conferencia de las partes en Dubai (COP28), y respecto de alimentos y el mercado petrolero, conforme prevalezcan los entendimientos entre las actores del conflicto global, los precios, producción y abastecimientos habrán de estabilizarse.