1. La democracia es un sistema de decisiones públicas en donde el gobierno se integra a partir de la libre confrontación de las ideas entre opciones políticas diferenciadas. Ese libre juego para ganar la preferencia de los ciudadanos ha generado una inflación de expectativas que, al no cumplirse o de plano olvidarse, causan el desánimo y la desafección popular.
En otras épocas la democracia ha debido enfrentar grandes riesgos. Ante el oprobioso régimen de Hitler, las democracias liberales salieron triunfantes. Tras la larga Guerra Fría, estas democracias liberales vencieron al totalitarismo en que había devenido la gran utopía socialista. Con la caída del Muro de Berlín, una tercera ola de cambios económicos y tecnológicos llevó a numerosas naciones a transitar del autoritarismo a la democracia, México incluido. De haber sido una rareza a principios del Siglo XX, las democracias se constituyeron en el común denominador en los primeros años del Siglo XXI.
2. Ello es congruente con una nueva vitalidad de la sociedad civil, más diversa, exigente y participativa que nunca antes, a la par de una revolución en la tecnología y las comunicaciones que le han dotado del poder de hacerse ver y sentir en todo momento y lugar. La democracia entonces, esa libertad de hacer, decir, elegir y organizarse se enfrenta a una nueva crisis, la de actuar con transparencia y eficacia, por un lado, pero también enfrentar restricciones exógenas que plantean un cambio de paradigma en la pretensión de excluir de los beneficios de la democracia a quienes sean ajenos a un cierto consenso excluyente.
3. Para contar con un alto índice de aprobación, la democracia necesita legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio, subrayaron Dieter Nohlen y Daniel Zovatto en comentarios vertidos durante el XIII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional realizado hace unos días en el Palacio de Minería. Según las mediciones de Latinobarómetro, el déficit democrático se refleja en que hay en promedio un 50% de apoyo a la democracia como régimen político, es decir, legitimidad de origen, que cae drásticamente a un 33% de satisfacción con los resultados, esto es, la legitimidad de ejercicio.
4. El riesgo está en que las sociedades, ante las fallas de la política y la democracia, estén optando por salidas autoritarias de aparente eficacia inmediata. Los Estados Unidos, de ser considerado un país con democracia plena ha pasado a serlo de democracia imperfecta, pues sin ganar el voto popular, es decir, la legitimidad de origen, llegó a la Presidencia alguien como Donald Trump, lesivo para la ley y los valores democráticos. Esto es más grave aún porque la crisis de expectativas está llevando a elecciones contradictorias como la del Brexit en el Reino Unido ante el temor de una migración descontrolada, que pudiera volver a pasar en las venideras elecciones en Francia y Alemania, dominadas por el temor y las tendencias aislacionistas y proteccionistas.
5. Como en el pasado, hay quienes enfrentarían los retos de la democracia optando por aquello que la reduce, sea el populismo o el autoritarismo. Otros creemos que se deben resolver los problemas de la democracia con más democracia, para sumar, no restar, apoyo político a las causas populares. Hay una buena propuesta en el gobierno de coalición, planteado por políticos como Manlio Fabio Beltrones y Cuauhtémoc Cárdenas e intelectuales como Diego Valadés y Francisco Valdés Ugalde en el referido Congreso de Derecho Constitucional, que permite integrar la unidad esencial al vincular la legitimidad de origen obtenida en las urnas, con la legitimidad de ejercicio propia de un gobierno colegiado y compartido formado por los mejores hombres y mujeres del país.