1.
¿Está la democracia amenazada en el mundo? En estos días, el presidente Joe Biden ha convocado a una Cumbre por la Democracia, a realizarse del 9 al 10 de diciembre de manera virtual con sede en Washington, D.C., en la que participan líderes de las principales democracias, así como organizaciones, estudiosos y analistas en el tema. La democracia moderna no resulta un tema sencillo de abordar, porque pensada a partir del gobierno del pueblo y para el pueblo, admite casi cualquier otra interpretación. Ya Giovanni Sartori advirtió sobre la elasticidad del concepto, yendo desde una forma puramente electoral hasta otras participativas, sociales y hasta populares, como hoy se definen algunos de los más férreos autoritarismos del mundo. Todos dicen gobernar en nombre del pueblo.
2.
De ahí que la democracia a la que se refiere Biden sea la liberal occidental, en la que existen principios inalienables emanados del sentir y el acuerdo de la gente para ser portados por el Estado en busca del bienestar y la felicidad de toda la población. Tanto Karl Popper en La Sociedad Abierta y sus Enemigos, como Robert Dahl en La Democracia y sus Críticos subrayaron que no es, no puede ser, limitando las libertades como debe aspirarse al bienestar general. Es por ello que en la democracia de los libres, se requieren al menos la garantía de derechos humanos fundamentales —vida, libertad, privacía, seguridad jurídica y seguridad pública—; derechos civiles —asociación, expresión, imprenta, reunión, participación— y certezas públicas —elecciones periódicas, libres y justas, no exclusión, no dictadura, cargos públicos electivos, representación política, transparencia e información sin límites y acatamiento de los actores a las reglas establecidas—.
3.
Hace 75 años, al concluir la Segunda Guerra Mundial, las democracias en el mundo eran muy pocas. Con el triunfo de los aliados sobre los totalitarismos fascistas, estas democracias libraron una larga confrontación conocida como la Guerra Fría, ante países comunistas que se consideraron democracias populares, fundamentalmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ya extinta y la República Popular China, cuyo éxito hoy desafía el orden liberal. Tras el colapso de la URSS a principios de la década de los noventa, la democracia se expandió, siendo hoy la regularidad ante la singularidad de los regímenes no democráticos.
4.
Existen, asimismo, democracias consolidadas, en las que coinciden instituciones con la cultura cívica y opciones de los ciudadanos como son las de Europa, Estados Unidos y algunas del sureste asiático; democracias en ciernes —frágiles, jóvenes o débiles—, sobre todo en América Latina y algunas de África, y regímenes autoritarios o totalitarios, como Rusia, Bielorusia, varios del Islam y África, así como Corea del Norte y China. De ahí que a esta Cumbre están sólo invitados 110 países, incluyendo Taiwán que sí es una democracia liberal, mas no un país reconocido internacionalmente; no así otros como Turquía y Hungría, así como Rusia, China comunista, Irán, Corea del Norte, Egipto, Cuba, Nicaragua y Venezuela, países en los que hay elecciones, pero no libertades.
5.
La agenda propuesta para el debate considera tres prioridades occidentales: la defensa de la democracia ante el autoritarismo; el combate a la corrupción y, la promoción de los derechos humanos. Quizá no debiera olvidarse que si algunas amenazas existen para la democracia, éstas provienen de la desigualdad y la pobreza en el mundo, cuestiones que no han sido resueltas por las democracias y en cuyo déficit reside la principal fortaleza de los autoritarismos, quienes limitan las libertades a cambio de satisfacer las necesidades. Al menos es lo que el éxito de China cuenta al sostener el “no comerse hoy la cena de mañana”, es decir, limitarse y esforzarse ahora para llegar algún día a la utopía de un mejor futuro.
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